La galaxia de Grant Morrison dentro del Universo DC (2 de 3): de los márgenes a la centralidad (primera parte)

En 1998, el editor Eddie Berganza encargó a cuatro guionistas que le presentasen una propuesta para reinventar a Superman de cara al nuevo milenio. Este texto, escrito por Mark Waid, Grant Morrison, Mark Millar y Tom Peyer, recibió el título de Superman 2000. Por desgracia, fue rechazado no precisamente por su contenido sino por políticas editoriales: al volver de sus vacaciones, el editor ejecutivo Mike Carlin les recordó que en la editorial no se permitía que los mejores autores se encargasen de las series de Batman o Superman.

El enfoque de esta reinvención no tenía nada que ver con, por ejemplo, la de John Byrne en los 80, sino que consistía en un cambio de enfoque que no borraba el trabajo de ningún autor anterior. Es decir, se proponían cambios radicales que eran al mismo tiempo respetuosos con el espíritu del personaje. Por poner un ejemplo, convertir a Superman en vegetariano (como lo es Morrison, perdón por insistir) era una idea drástica, pero coherente con un superhéroe que nunca había necesitado alimentarse de carne ni de verduras, sino de la energía de la luz del sol.

New X-Men #135 (2003).

Como consecuencia tanto de este rechazo a la propuesta de Superman 2000 como de que DC no permitiese que ciertos autores escribiesen las series de los personajes más populares, al terminar su etapa en JLA (1996-2000) Morrison decidió trabajar en exclusiva para Marvel durante un tiempo. Excepto por Marvel Boy (2000-2001), en la competencia este guionista tuvo la oportunidad de escribir a personajes de primer nivel como los Cuatro Fantásticos en Los 4 Fantásticos: 1234 (2001) y de hacer, entre 2001 y 2004, prácticamente todo lo que quiso con la colección principal de los mutantes de Marvel, que incluso fue renombrada como New X-Men (un título simétrico).

Para recuperarle, el editor Dan Didio tuvo que ofrecerle algo realmente jugoso. Su oferta fue la creación de un cómic de Superman con el dibujante que él quisiera y la de algún spin-off de JLA.

 

All-Star Superman (2006-2008) y DC un millón (1999)

Las ideas de Superman 2000 no llegaron a utilizarse en las colecciones regulares del hombre de acero, pero tampoco cayeron en un saco roto. Mark Waid aprovechó sus propias aportaciones para el guion de Superman: legado (2003-2004), mientras que Grant Morrison usó las suyas para All-Star Superman. En este cómic Superman descubría, después de acercarse demasiado al sol, que sus poderes habían aumentado en potencia y en número. Por contra, esta excesiva exposición radioactiva le había envenenado y condenado a una muerte inminente. Por este motivo tenía que poner en claro sus ideas en un testamento, ordenar todos sus asuntos pendientes y asegurarse de que el mundo podría continuar sin él para protegerlo.

El testamento de Superman en All-Star Superman #10 (2008).

Este, digamos, «Ultimate Superman» es, para mí, el mejor cómic de superhéroes en lo que llevamos de siglo, y uno de los motivos de este logro es que se basaba, como Superman 2000, en no cambiar al personaje, sino la forma de verlo. Frente a otras versiones enfocadas en mostrar músculo, ojos rojos y ciudades destruidas, este Superman era más bien un pacifista sereno e inteligente. En lugar de alardear con grandes escenas de acción, Morrison y el dibujante Frank Quitely demostraban que Superman es más espectacular cuanto más se contiene.

Como en la propuesta, Morrison reinventaba a Lex Luthor como un genio intelectual, dejando atrás al poderoso hombre de negocios en que le había convertido John Byrne. Con Morrison, este villano se convierte en la cota máxima de lo que la humanidad puede alcanzar por sí misma. Ése es precisamente el origen de su envidia y odio hacia Superman, a los que el hombre de acero reacciona viéndole no como un enemigo al que tiene que derrotar, sino como el terrícola que más ayuda necesita (un tratamiento que ya se vio en su JLA). Otras dos de las ideas que Morrison recicla de la propuesta fueron los Bizarros, reinterpretados aquí como un virus interplanetario (el desarrollo viral es una de las constantes en los guiones de Morrison) y un nuevo personaje, Solaris, que se creó como la némesis definitiva de Superman.

El regreso de Solaris en All-Star Superman #11 (2008).

De hecho, la aparición de Solaris que leemos en All-Star Superman no fue la primera, sino su regreso. El complemento más que recomendable de este cómic es DC un millón, un evento orquestado por Grant Morrison con el que animó a la editorial a publicar en noviembre de 1999 el número 1 000 000 de todas las colecciones de la editorial. El razonamiento era que, si estas se hubiesen seguido vendiendo sin interrupción, cada una habría acumulado un millón de entregas en el siglo DCCCLIII, la época en el que se ambienta la trama de estos cómics.

El argumento involucraba a la JLA de los años 90 y la Legión de la Justicia A («A» de alfa mayúscula) del s. DCCCLIII. Para celebrar el regreso del Superman original, que se exiliará en el año 70 000 al interior del sol, la Legión le pedía a la Liga que visitase el futuro unos días para organizar exhibiciones de sus poderes en cada uno de los planetas del Sistema Solar. A cambio, la Legión protegería nuestro presente durante su ausencia. Ninguno de los dos equipos sabía que estaban siguiendo el plan maligno de Solaris, el sol-computadora artificial que había sido creado a partir de una paradoja: en 1999 la Legión se veía obligada a fabricar a este villano como única forma de curar a la humanidad de un tecnovirus que Solaris había enviado al pasado; mientras tanto, en el s. DCCCLIII, Solaris esperaba el regreso de Superman para matarle con una bala de kriptonita en el momento en el que saliese del sol.

Kal Kent le explica a Superman que el Escuadrón Superman acaba de derrotar al Cronovoro en DC One Million #1 (1999).

All-Star Superman tiene bastantes conexiones con este universo de Supermanes del futuro. Por ejemplo, en DC One Million #1, Kal Kent (el Superman del s. DCCCLIII) le explicaba a Superman que acababa de derrotar al cronovoro, una pelea que los lectores tardaron en leer bastantes años hasta que se publicó All-Star Superman #6. En esa misma aventura se presentaba también a Mr. Klyzyzk Klzntplkz, que provenía probablemente del s. LXVII, en el que, al unirse las dinastias de Superman y Mr. Mixplitz, ganaron diez sentidos extra, como se explicaba en DC un millón.

Nota al margen: el cronovoro era el villano de Hypercrisis (o Crisis en futuros infinitos), uno de los cómics que Morrison no ha llegado a publicar en DC tal y como tenía pensado. Algunos de sus conceptos, sin embargo, se incluyeron en All-Star Superman o en su etapa en la colección de Green Lantern.

También era un detalle lleno de significado que el Superman dorado esquivase responder en All-Star Superman #6 una pregunta del Superman de nuestra época: «¿Qué versión mía eres?». El Superman dorado no es un descendiente de Superman, como él presupone, sino él mismo 833 siglos mayor, recién salido de su exilio en el sol. Como regalo, este le ofrece una rosa dorada de Nuevo Krypton, el planeta que Hourman había recreado en el último número de DC un millón, acompañada de una frase que no tiene pleno sentido si no se ha leído aquel evento: «En recuerdo de todo lo que somos. En recuerdo de todo lo que seremos».

La primera aparición del Superman dorado en DC One Million #4 (1999).

El misterioso Superman dorado regresa en All-Star Superman #6 (2007).

Lo interesante es que estos detalles y el cameo del Superman del año 4500 habrán pasado desapercibidos para los lectores que sólo haya leído All-Star Superman. Lo recalco porque ocurre aquí como con el origen de Jakiim Thunderbolt o el cruce entre las colecciones de Animal Man y La Patrulla Condenada: Morrison no le pone deberes a los lectores. All-Star Superman podría haber sido un cómic difícil desde el momento en el que homenajea e integra toda la historia de Superman (incluso la parte borrada por Crisis en Tierras Infinitas), pero a pesar de eso consigue ser accesible para todo tipo de lectores al utilizar la continuidad sin que esta resulte asfixiante.

Por cierto, Superman comete en All-Star Superman el mismo error que la Legión de la Justicia A cometió en DC un millón. Para saber si un universo podría sobrevivir sin superhéroes, el Hombre de Acero fabrica un universo en miniatura, Tierra Q, muy parecido al nuestro, tanto que incluso en él viven unos jóvenes Jerry Siegel y Joe Shuster que dan forma a Superman como personaje de cómic. Sería bonito decir que Superman no ha creado simplemente «un» universo, sino a nuestro propio universo, pero sabemos que no es así porque Tierra Q adquiere después consciencia propia en un cómic unos años anterior, en JLA Classified #1 (2005), bajo la influencia del villano Muerte Negra. Uno como sol y el otro como universo, en el fondo los dos son entidades cósmicas artificiales, fabricadas por superhéroes y que, sin que ellos lo sepan, se volverán contra las fuerzas del bien.

Superman crea Tierra Q en All-Star Superman #10 (2008).

 

Siete Soldados (2005-2006)

A la hora de crear el spin-off de JLA que le había propuesto Dan Didio, Morrison estuvo pensando durante un tiempo en una miniserie que se hubiese titulado JL8, protagonizada por superhéroes de DC de tercera fila, sin colección propia y que recordasen a los Vengadores de Marvel: el Guardián como Capitán América, Etrigan como Hulk, Zatanna como Bruja Escarlata, Mister Milagro como Thor...

Esta idea evolucionó hacia algo mucho más complejo que se tituló Siete Soldados, una metacolección formada por siete colecciones de cuatro números, cada una protagonizada por un superhéroe diferente, con argumentos, enfoques y estilos de dibujo totalmente diferentes. Zatanna, Manhattan Guardian, el Caballero Brillante, Klarion, Bulleteer, Frankenstein y Mister Milagro, todos ellos forman un grupo de superhéroes atípico que se enfrenta a una misma catástrofe que no se parece a nada a lo que se haya enfrentado ningún superhéroe antes, pero ni luchan en equipo ni son conscientes de la existencia de los demás miembros.

Los Siete Hombres Misteriosos en Seven Soldiers: Zatanna #4 (2005).

Su argumento: fuera del Universo DC se encuentran los Siete Hombres Misteriosos, también conocidos como los Sastres del Tiempo, unos seres con un gran poder que se encargan de dar forma y coherencia a las historias de los cómics de DC. Uno de ellos, Zachary Zor, renegó de colaborar en un universo tan simple y cándido. Traicionó al resto y, para traer un contenido más desesperanzador a los cómics de DC, ayudó (o simplemente creó, porque con sus poderes no hay diferencia entre una cosa y la otra) a los Sheeda, una raza parecida a las hadas de los cuentos que habitará la Tierra dentro de un millón de años, descendientes en cierto modo de la humanidad. Para mantenerse con vida, esta raza liderada por Gloriana Tenebrae viajaba al pasado cada cierto tiempo para llevar a cabo la Siega, una sangrienta matanza para rapiñar «la cultura y los logros» de diferentes épocas del pasado.

La Siega en Seven Soldiers of Victory #0 (2005).

Conectando con el anterior cómic, la Tierra Q que creó Superman (y al que vimos por primera vez en las páginas de JLA), tras despertarse como el universo adulto de Qwewq, tomaba el nombre de Nébula Man, o Neh-Buh-Loh, y se presentaba como el heraldo de Gloriana Tenebrae. Este villano conseguía ser derrotado gracias a que, poco antes de la cosecha de esta colección, los Ultramarines creados por Morrison en su etapa en JLA habían aceptado inocularse como si fuesen anticuerpos en Qwewq para redimirse de sus errores. Gracias a esta ayuda, Frankenstein pudo finalmente matar a este universo en la cima del Himalaya.

Una de las lecturas evidentes de este cómic es que, igual que los Sheeda, Grant Morrison es otro «recolector» del pasado. Gran parte de las historias y los personajes de estas colecciones son continuaciones y reinvenciones de conceptos creados por docenas de autores antes que él. Es irrefutable que Jack Kirby aquí es una poderosa influencia (pienso en el Cuarto Mundo, otra metacolección formada por colecciones), pero la referencia más obvia es la trama de Justice League of America #100-102 (1972). En aquellos números hizo su primera aparición Nébula Man junto con Oracle, reinterpretado en Siete Soldados como Aurakles (la pronunciación en inglés es similar y además recuerda al mitológico Heracles), al que Morrison eleva como el primer superhéroe de la historia.

El nuevo Mister Milagro conoce a Aurakles en Seven Soldiers: Mister Miracle #4 (2006).

Esta reiterpretación de Aurakles conecta con uno de los aspectos fundamentales de Siete Soldados: con el paso del tiempo los relatos se deforman, se pervierten y se les da otro significado. Más allá de los ejemplos que se dan dentro de la trama de este evento, el mejor es el mito artúrico. Actualmente se ha popularizado la reinterpretación cristiana de esta leyenda, una manipulación política del mito original que se llevó a cabo para reforzar el poder de la Iglesia y que ha llegado a sustituir a su origen celta, que, por poner un ejemplo, no tenía absolutamente nada que ver con el Santo Grial de la Última Cena, sino con un caldero como el de este cómic. Morrison parte de las dos versiones del mito para proponer que ambos se basan en una versión aún más antigua y olvidada que la celta.

Neh-Buh-Loh sujeta el caldero de Gloriana Tenebrae en Seven Soldiers: Zatanna #3 (2005).

Volvamos a los Sastres del Tiempo (para el lector despistado con esta metáfora, el guionista incluye sus propias iniciales en la solución del crucigrama del último número). Cuando volvieron a ser de nuevo siete, los Sastres organizaron varios intentos de parar los planes de Zor en los que el 7 era el número clave. Siete fueron los miembros de la JLA que luchaban en JLA Classified, siete son los superhéroes que convoca Vigilante en Seven Soldiers #0 y siete son, y esto es importante, los tesoros de Aurakles, de los cuales solamente uno no aparece más que en un viñeta durante un flashback: la lanza.

Seven Soldiers: Bulleteer #1 (2006).

Para comprender qué es la «lanza» es necesaria una lectura más atenta. De entre todos los personajes de estas colecciones, sólo se puede considerar como superheroína en el sentido más estricto a una de ellos: una persona cualquiera que tras un accidente (quizás predestinado mágicamente) adquiere superpoderes sin haberlo pedido. Este personaje, Bulleteer, es el séptimo tesoro de Aurakles, la lanza que acaba siendo clave en la derrota de los Sheeda. O dicho de otra forma, el séptimo de los tesoros es una lanza metafórica: la estirpe de los superhéroes.

 


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