Moebius contra Goscinny: la cizaña de mayo de 1968

Los ánimos exaltados de mayo de 1968 en París detonaron una revolución entre los colaboradores de la revista Pilote. En parte por puro azar, Moebius lideró un inesperado motín contra Goscinny: los jóvenes de vaqueros y pelo largo se lanzaron contra el jefe de la corbata. Si aquello cambió la historia del cómic está abierto a discusión, pero dejó una marca imborrable en el guionista de Astérix.

La revista Pilote, la de personajes como Astérix, Blueberry o Aquiles Talón, era un espacio en el que se pagaba bien a los autores y se les daba mucha libertad creativa, pero en mayo de 1968 la revolución estaba en las calles. Los estudiantes franceses estaban cansados del autoritarismo de De Gaulle, del imperialismo estadounidense, del puritanismo, de la sociedad de consumo y de la manipulación de los medios de comunicación. Francia quería modernizarse, por lo que Pilote tenía que seguir el mismo camino.

¡Quiero ser editor en lugar del editor!

En una primera reunión, un pequeño grupo de autores de unos treinta años se puso a debatir cuáles tenían que ser sus reivindicaciones para la revista. Jean Giraud, que con el tiempo se haría más famoso bajo la firma de Moebius (especialmente por cómics como Blueberry y El Incal), propuso que los dibujantes tenían que tomar la dirección de Pilote. A Nikita Mandryka (autor de El Pepino Enmascarado) se le veía visiblemente excitado. Después de anunciarles que se acababa de afiliar al partido comunista y de decirles que creía que iban a tomar el poder, añadió que lo que había que pedir era un carné de prensa por sus beneficios laborales. El último de este grupo, Jean-Claude Mézières (dibujante de Valérian: agente espacio-temporal), fue el más comedido. Lo único que veía necesario era que revista tuviese un aspecto más juvenil.

Jean Giraud en 1972 (fuente).

Tomando de base esta reunión, los dibujantes acordaron convocar una segunda en el piso de Mézières, pero surgió una necesidad que cambió estos planes. Por culpa de la huelga general, Pilote llevaba desde el n.º 449 sin salir a los quioscos durante dos números (los lectores tuvieron que esperar para saber cómo continuaba Astérix en las Olimpiadas). Como el tiempo que pasa desde la maquetación de un número hasta que se distribuye es de 21 días, los colaboradores se empezaron a preocupar más por la continuidad de sus empleos que por otro tipo de reivindicaciones. Por eso le pidieron a Mézières que a la reunión asistiesen alguno de los redactores en jefe para hablar sobre este delicado detalle.

Este cambio en los contenidos llamó la atención de otros autores que también se interesaron en asistir, por lo que el piso de Mézières de pronto se quedó pequeño. Su solución fue telefonear a Robert Gigi (dibujante y sindicalista) para pedirle utilizar el Atelier 63, un estudio en la sexta planta del número 10 de la Rue Pyramides al que algunos dibujantes de cómics iban a trabajar a cambio de un pequeño alquiler. Después de consultarlo con sus compañeros, Gigi les negó el permiso porque no querían que el estudio se involucrase en esa discusión, pero le propuso como alternativa la cafetería que estaba justo debajo, La Rotonde des Tuileries, situada en la esquina de las calles Saint-Honoré y Pyramides. Como todo el mundo sabía dónde estaba el estudio, no les costaría encontrar el lugar. No hacía falta buscar más. La reunión tendría lugar allí el martes 21 de mayo a las tres de la tarde.

Fuente.

Curiosamente, en un ejemplo perfecto de descoordinación, Giraud hizo unas llamadas similares al mismo tiempo. En su caso, al que le pidió utilizar el Atelier 63 fue a Pierre Le Goff (otro dibujante y representante sindical), que también le devolvió una negativa. Le Goff no quería que se utilizase la sede del sindicato para las reclamaciones de unos pocos dibujantes.

«¡Goscinny y tú sois los lacayos del patrón!»

Durante los años 60 había una bicefalia en el puesto del redactor en jefe de Pilote. El puesto lo ocupaban al mismo tiempo René Goscinny y Jean-Michel Charlier, los fundadores de la revista y sus guionistas principales. El primero es más conocido por series de humor como Astérix el galo (con Albert Uderzo), El pequeño Nicolás (con Sempé), Lucky Luke (con Morris) o Les dingodossiers (con Gotlib). El segundo, por series de aventura como Blueberry (con el mencionado Giraud) o Barbarroja (con Victor Hubinon).

Albert Uderzo, Jean-Michel Charlier y René Goscinny.

Fue Charlier el que recibió una llamada de teléfono explosiva de Giraud para convocarle a la reunión: «¡Los autores hemos decidido tomar el mando de Pilote, Goscinny y tú sois los lacayos del patrón!». El redactor no tuvo ningún reparo en decirle que, si no fuese por Dargaud, ninguno de ellos tendría trabajo y que, si es lo que quería, podía dejar de escribirle guiones de Blueberry. Con esta respuesta Giraud empezó a darse cuenta del error que estaba cometiendo, por lo que dio un paso atrás y le pidió a Charlier que fuese a la cafetería para suavizar las cosas en persona.

A continuación, Goscinny llamó a Charlier para explicarle que iba de camino a la cafetería porque acababa de hablar con Giraud.

Al poco, Charlier recibió una tercera llamada, esta vez de Giraud, que ahora le pedía que no fuese a la cafetería porque veía que iba a ser una encerrona. Al redactor le pareció bien, pero le pidió que avisase también a Goscinny. En realidad, aquello era imposible porque Goscinny hacía tiempo que estaba de camino a la reunión sin hacerse una idea de lo que iba a encontrarse.

También Madrynka se empezó a dar cuenta de que la reunión iba a ser muy peligrosa. Como Giraud, intentó alertar a Goscinny por teléfono sin éxito. Ya no quería ir a la reunión por el ambiente que se iba a formar, pero decidió que tenía que asistir para mostrar su desaprobación.

«¡Es la voz de su amo!»

Tan solo dos días antes, el día 19 de marzo, la mujer de Goscinny había dado a luz a su única hija, Anne Goscinny. Este dato debería ponernos en situación, ayudarnos a imaginar sus sentimientos durante aquellos días. No está claro si fue caminando hasta la cafetería desde su casa o desde el hospital en el que estaba todavía ella, por lo que dependiendo de una u otra opción el paseo pudo durar entre una hora o una hora y media, con el consiguiente desgaste físico.

La reunión empezó finalmente a las cuatro y media, cuando Goscinny entró en la cafetería acompañado de Jijé (el autor de Jerry Spring), que le estaba esperando fuera. Seguramente fue el dueño de Dargaud el que le envió allí como una manera de darle apoyo, ya que Goscinny había avisado a su editor de que se dirigía a aquella reunión.

Dentro de la sala que les habilitaron, Goscinny se sentó de espaldas a la pared del fondo y Jijé, a su derecha. El resto de sillas se colocaron frente a ellos. Mézières y Giraud, como líderes, se situaron en primera fila y cerca de Goscinny. En total eran 25 personas en la sala, entre las que se encontraban Pierre Christin (Valérian), Fred Aristidès (Philémon), Christian Gaty (Barbarroja), Mic Delinx (La jungla loca)… Entre las ausencias más llamativas estaban las de Marcel Gotlib o Victor Hubinon (Barbarroja), que se encontraban fuera del país en ese momento.

En Est-Ouest, el guionista Pierre Christin hace un repaso de su vida. En esta viñeta recuerda negativamente el enfrentamiento de los autores contra Goscinny en el que participó. El dibujo es de Philippe Aymond. Este cómic está inédito en España.

El comienzo no pudo ser peor. Entre los dibujantes había dos grupos, los colaboradores de Pilote, que querían hablar sobre la revista, y el resto, que venían con la intención de provocar. Estos últimos empezaron burlándose del dinero que tenían los mandos medios y de los autores de mayor edad, que tendrían que dejar su lugar a otros autores más jóvenes. Visto el mal ambiente, Jijé pidió que las intervenciones se hiciesen con respeto, pero no recibió la respuesta que esperaba: «¡Mira, es la voz de su amo!».

Cuando Giraud vio que Goscinny se estaba poniendo lívido, se dio cuenta de que se estaba yendo demasiado lejos. Pidió calma y el tono cambió radicalmente.

«¡Se acabó, lo dejo todo! ¡No quiero ver más a la gente que hace este trabajo!»

En ese momento empezó un turno de preguntas y sugerencias. Sobre el regreso de Pilote, ni el propio Goscinny tenía las respuestas. Mézières sugirió contratar a coloristas externos para aliviar la carga de trabajo de los dibujantes (y propuso, para sorpresa general, a su propia hermana). Un joven inexperto tuvo la ocurrencia de explicarle a Goscinny cómo se publica una revista, algo que despertó sonrisas entre la gente.

La revolution Pilote (2015) explicó en forma de cómic lo que ocurrió en la reunión de mayo de 1968. Este cómic está inédito en España.

Giraud fue el más radical de todos. Para empezar, propuso que la revista incluyese humor de actualidad, la creación del puesto de director artístico y la de un comité interno de dibujantes que seleccionase a los nuevos autores. Este comité, decía, acabaría empujando el funcionamiento de la redacción hacia otro más democrático. No hay que ser muy despierto para darse cuenta de que Giraud estaba hablando claramente de convertir la revista en autogestionada. «En esas condiciones, colgaríais al señor Dargaud por el cuello y a mí, por los pies», respondió Goscinny. Al guionista Michel Noirret ese comentario le pareció tan ridículo que le replicó: «No, somos pacíficos, solo os echaríamos, nada más».

Cómo debió de ser lo que se habló allí para que, al cabo de una hora, Goscinny se levantase y saliese de la sala visiblemente alterado y agotado. Uno de los dibujantes, Jean-Marc Loro, se le acercó para ofrecerle llevarle a su casa en su coche. Aunque Goscinny aceptó la oferta, desconfiaba tanto de su acompañante que no se hablaron durante todo el trayecto excepto por un «gracias» de cortesía.

Internamente, Goscinny estaba completamente alterado. Le habían tratado como si él no fuese otro empleado más, como si él estuviese al otro lado de la barricada. Cuando salió de la reunión, no estaba solo convencido de dimitir de su cargo, sino incluso de abandonar la industria del cómic para siempre. Así es como se lo anunció a Charlier por teléfono: «¡Se acabó, lo dejo todo! ¡No quiero ver más a la gente que hace este trabajo!».

René Goscinny et la brasserie… des copains (2019) es el ensayo que más ha profundizado en los entresijos de la reunión de mayo de 1968. Este artículo se basa en las notas que su autor fue subiendo a internet durante su documentación. Este libro está inédito en España.

Los dibujantes que permanecieron en la cafetería discutieron todavía un rato más sobre la necesidad de conseguir un carné de prensa, pero lo cierto es que muchos estaban confusos por lo que acababa de pasar. La mayoría solo había ido a la reunión para saber si Pilote iba a continuar y se habían encontrado con todo un espectáculo.

Poco después, los autores de Pilote recibieron el aviso de que tenían que ir a las oficinas de Dargaud, con lo que empezaron a circular rumores de que Goscinny iba a dimitir o de que se cancelaba la revista. Allí reunidos, Charlier les saludó con normalidad, mientras que Goscinny actuó de un modo un poco más teatral para explicarles que Pilote continuaba, pero pensando en lectores un poco más adultos y con páginas de humor basadas en la actualidad. Algunas de las reclamaciones habían sido escuchadas y no se tomarían represalias con nadie.

Cuando Goscinny terminó de hablar, un guionista, Hubuc, de 41 años, pidió tomar la palabra. Se puso en pie y explicó que le acababan de detectar un cáncer (moriría dos años después). A continuación, como para reivindicar la figura de aquel jefe al que se le había puesto en la picota, añadió: «René Goscinny me ha ayudado mucho, le debo mucho. Ese es el tipo de persona que es él».

«En mayo de 1968 sucedió algo lamentable»

Durante las agitadas jornadas de mayo de 1968, los dibujantes de la revista se rebelaron contra la dirección, que entonces desempeñaba Goscinny, y llevaron la imaginación al poder. Fruto de este singular motín, Pilote sufrió un cambio trascendental. Los dibujantes y guionistas desarrollaron su creación con mayor libertad, y ello propició que la revista tuviera unos contenidos para un público más adulto. (El País, 4-11-1989)

Este breve comentario de El País es un resumen optimista de lo que ocurrió después de aquella reunión en la cafetería. Para algunos, los cambios de Pilote fueron fundamentales para la evolución del cómic francés hacia un medio adulto. Para otros, la reunión se quedaría reducida en una pequeña anécdota porque los verdaderos efectos de mayo del 68 en el cómic se materializarían realmente con la aparición de L’Echo des Savanes (1972-1982), Fluide Glacial (1975-actualidad) y Métal Hurlant (1974-1987), revistas que fueron fundadas precisamente por autores como Giraud y Mandryka.

Primer número de Metal Hurlant.

Donde no hay debate es en los efectos que la reunión tuvo para Goscinny, que tenía una personalidad muy susceptible. Había recibido tantas disculpas desde el encuentro en la cafetería que no abandonó la revista, pero en julio renunció a su puesto de co-redactor en jefe y decidió que no quería volver a tener que tratar con ningún autor. Su principal colaborador, Albert Uderzo, al que se convirtió en director artístico de Pilote, opinaba que uno de los aspectos que habían motivado aquella reunión habían sido los celos y la competencia entre autores. Y, según él, desde entonces Goscinny empezó a ser mucho más selectivo con sus verdaderos amigos y mantuvo distancias con todos los demás.

En una entrevista de 1974, Goscinny recordó así el sinsentido de aquellas reclamaciones:

Casi me hizo perder el sentido del humor para siempre. Querían participar. ¿Qué querías que les dijese? ¿Que siempre les rogaba que viniesen a las reuniones de la redacción, pero que nunca ponían un pie por ahí? Les repugnaba el dinero y la sociedad de consumo. ¿Qué les podía decir? ¿Que cada vez que venían a verme era para hablarme de trabajos independientes y derechos de autor?

Ningún dibujante ha recordado con orgullo lo que ocurrió aquel día. En 1996, Giraud, que en el fondo fue el principal cabecilla, resumió el sentir general con estas palabras:

En mayo de 1968 sucedió algo lamentable, en efecto... de lo cual yo fui uno de los lamentables actores. Nos juntamos unos cuantos dibujantes y caímos en la trampa de protestar contra lo que fuese.

Goscinny cayó en una verdadera trampa porque en ese momento representaba al patrón.


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