Olvida lo que 'Watchmen' te dijo sobre los «milagros termodinámicos»: es todo falso

Un lector de Watchmen seguramente recuerde que el Doctor Manhattan da una gran importancia a los «milagros termodinámicos». Sin embargo, no creo que ese lector sepa que esta expresión no viene del ámbito científico, que su origen está en realidad en un libro de ciencia ficción ni que Alan Moore cometió un error tremendo al utilizarlo en su cómic.

En uno de los momentos más importantes de Watchmen (1986-1987), hacia el final del cómic, el personaje del Doctor Manhattan da un giro de 180 grados a su comportamiento. Hasta ese momento se encontraba distante con el resto de la humanidad, al punto de llegar a decir que no hay diferencia entre un ser vivo y uno muerto porque su número de partículas se conserva (lo cual es, antes de cambiar de tema, erróneo: precisamente durante la descomposición de un cadáver se producen un conjunto de procesos químicos que deberían interesar a alguien con percepción subatómica).

El motivo de este cambio radical en este superhéroe surge de los recuerdos reprimidos de su pareja, Laurie Juspeczyk. Gracias a ellos, Manhattan llega a la conclusión de que la existencia de ella es un  milagro termodinámico, que es el nombre con el que bautiza a fenómenos tan improbables «como que el oxígeno se convierta en oro». Laurie sería el ejemplo del milagro de la vida debido a las bajas probabilidades de que un espermatozoide llegue a fecundar un óvulo, de que dos personas lleguen a conocerse, de que ese mismo suceso se haya repetido también en sus ancestros... El apareamiento humano de pronto le resulta a Manhattan un fenómeno altamente improbable y, por tanto, prodigioso.

Sin embargo, pese a lo rimbombante de esta explicación, el concepto «milagro termodinámico» es muy difícil de localizar en la literatura científica, posiblemente porque en los laboratorios tiene más bien poca utilidad. ¿Qué tiene que ver la termodinámica (la ciencia de los cambios y las conservaciones de las propiedades físicas de un sistema macroscópico, es decir, cuando se ignoran las partículas que lo componen) con la religión? Todas las menciones que he encontrado en internet sobre esta expresión o hacen una referencia directa al cómic o son posteriores a su publicación.

Hace nueve años escribí esto: «No he sido capaz de encontrar una referencia a los milagros termodinámicos que no tuviese que ver con Watchmen». Esto ahora ha cambiado.

¿La vida es imposible?

Puede que Solaris (1961) sea la novela más conocida de Stanislaw Lem, pero no sería lo primero que yo recomendaría de entre su obra. A mí me han fascinado más Diarios de las estrellas (1971) o Ciberíada (1967), unas antologías de relatos de ciencia ficción llenos de inteligencia, una alta cantidad de detalles científicos y sobre todo un retorcidísimo sentido del humor. Voy a poner como ejemplo de su estilo a Vacío perfecto (1971), una colección de reseñas de libros imaginarios de todo tipo: una novela sobre ex nazis que huyen a una jungla argentina y deciden construir una sociedad en la que simulan ser franceses del siglo XVII, un ensayo que propone que el Estado pague una pensión a todo aquel que se comprometa a no crear arte... Uno de mis capítulos favoritos es una parodia delirante del Ulises de James Joyce, un clásico al que Lem echa por tierra con mucha retranca.

Precisamente en Vacío perfecto es donde he encontrado la segunda mención a los «milagros termodinámicos», y esto es especialmente interesante porque se trata de un libro muy anterior a Watchmen. Sin necesidad de saber más, me cuadra que Lem no esté citando un concepto científico anterior, sino que sea una invención suya. En estas dos palabras está tanto la elegancia de su irreverencia religiosa como un uso apropiado de palabras científicas en el momento en el que toca usarlas. Pero hay más que eso, claro.

El ensayo imaginario que Lem reseña es De impossibilitate vitae, que empieza con una afirmación categórica: si la teoría de la probabilidad es cierta, entonces los seres vivos no existimos. El razonamiento de su autor, Cezar Kouska, recuerda al capítulo IX de Watchmen: que sus padres llegasen a tenerle como hijo fue la consecuencia de una larga sucesión de sucesos aleatorios. Es más, no solo dependió de hechos concretos del día en el que se conocieron, sino que el conjunto de decisiones tomadas en los años anteriores fue necesario para que los dos llegasen hasta ese momento clave. Con que solo un detalle hubiese cambiado durante ese tiempo, Kouska no habría nacido o habría sido alguien diferente. Se puede ir incluso más atrás, porque siguiendo la misma lógica también fue altamente improbable que sus abuelos llegasen a conocerse, así como los padres de sus abuelos, etcétera, etcétera.

¿Cuáles eran las probabilidades de Jon Osterman conociese a Janey Snater?

Por el cálculo de probabilidades podríamos decir por tanto que la probabilidad de que Kouska naciese no es que sea de 0,000000001, sino de un cero, una coma, infinitos ceros y un uno al final. Esto es lo que según Kouska la ciencia llama «milagros termodinámicos», esto es, sucesos tan improbables como que los pedazos de un vaso roto se recompongan solos para formar el vaso original. O hablando en plata: desde el punto de vista matemático son sucesos absolutamente imposibles. Volvemos por tanto a la encrucijada inicial: la teoría de la probabilidad tiene que ser una patraña porque, si no, no existimos.

No somos milagros

No tengo ninguna duda de que Alan Moore sacó de este capítulo palabra por palabra su referencia a los milagros termodinámicos de Watchmen. La gran diferencia es que Lem era perfectamente consciente de que estaba escribiendo una bufonada, que solo estaba jugando con las posibilidades del razonamiento matemático. Al final de su reseña incluyó una réplica (ficticia también) de un científico que señalaba que todo este argumento es, por supuesto, una falacia para confundir a los despistados, porque la metafísica no es el objeto de estudio de la teoría de probabilidades. Problema resuelto. No tenemos que elegir entre matemáticas o filosofía.

Teniendo en cuenta que Watchmen es un cómic que tiene un profundo sentido del humor (y ahí está la caricatura del personaje de Rorchach como ejemplo), me parece divertido que Moore no llegase a entender la intención cómica de este capítulo y lo interpretase de manera literal. El que para mi gusto era el momento menos interesante de este cómic, un incomprensible cambio de conducta en Manhattan con unas motivaciones muy débilmente argumentadas, por fin tiene una explicación: es simplemente un error de Alan Moore.

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