La Tumba de Drácula: Lucha a muerte contra el megalómano cerebro comunista (7 de 14)


Marv Wolfman se sentía por fin cómodo en una colección que en ese momento ya era muy diferente a aquellos primeros seis números. Además de desplazar el protagonismo hacia otros personajes con mayor potencial que Frank Drake, la presencia de Drácula comenzó a ser un simple cameo en algunas entregas. Los argumentos daban importancia a todos los miembros de este reparto coral, hasta el punto de que todos los personajes de la colección protagonizaron al menos una portada, en unas entregas que pueden leerse de manera independiente. Sin embargo, cada uno de los comic books incluye pequeñas pistas que hacen avanzar las subtramas, con lo que podríamos comparar esta colección con la narración de una novela.

Algunos ejemplos de estos capítulos más independientes son el The Tomb of Dracula #22 (1974), en el que Wolfman explica la versión rusa del mito vampírico, o el magnífico The Tomb of Dracula #25 (1974), protagonizado por Hannibal King, detective privado y vampiro al mismo tiempo. Este último número es un relato de serie negra en el que King debe resolver un misterio en el que Drácula está implicado. A lo largo de sus veintidós páginas se dan once pistas ocultas (algunas más obvias que otras) para que el lector descubra la naturaleza vampírica del investigador, que poco después fueron listadas en el correo de los lectores del número The Tomb of Dracula #28 (1975). Este cómic se convirtió inmediatamente en uno de los favoritos de los lectores e incluso llegó a ser reeditado en el mismo formato en la década de los 90.

Hannibal King en medio de una investigación.

Con Marv Wolfman, The Tomb of Dracula no sólo comenzó a desarrollar la psicología de los personajes, sino que también cumplía las expectativas más comerciales de los lectores y la editorial, que no quería que hubiese dudas de que se trataba de una colección Marvel. Wolfman se vio obligado a realizar crossovers con otras colecciones, aunque sabía que no todos los personajes encajarían con el tono lúgubre del Señor de los Vampiros. El primero de ellos tuvo lugar en el Giant-Size Spider-Man #1 (1974), en el que Drácula y Spiderman apenas se veían el uno frente al otro. El otro se produjo dentro de la propia colección de Drácula y tuvo más lógica porque se trataba de un enfrentamiento con el Hombre Lobo (The Tomb of Dracula #18 y Werewolf by Night #15, 1974). Tom Palmer tuvo la ocurrencia de entintar las apariciones de este Hombre Lobo imitando el estilo del dibujante regular de su colección, Mike Plogg, pero este cambio no entusiasmó a los lectores.

Choque de titanes.

Precisamente Tom Palmer se había convertido en el entintador regular de la colección a partir del The Tomb of Dracula #12 (1973), lo que fue una alegría tanto para los lectores como para el propio Gene Colan. Este equipo de guionista y dibujantes no cambió hasta el final de la colección, con lo que se convirtió en el equipo regular más longevo de la editorial Marvel hasta ese momento, con lo que superaron al formado por Stan Lee, Jack Kirby y Joe Sinnot en Fantastic Four.

Otros de los números más destacados fueron The Tomb of Dracula #15 (1973) y The Tomb of Dracula #30 (1975), que estaban formados por historias breves de Drácula ambientadas en diferentes momentos de su vida. Con ellos, Wolfman consiguió tanto homenajear la estructura clásica de los comic book de terror (tres historias breves por entrega), como profundizar en la personalidad y el pasado de este vampiro: leer el diario personal de Drácula servía para conocer su visión de la vida (en realidad, no-muerte) y sus autoengaños. Por otro lado, le servía a  Wolfman para reforzar la reformulación que había hecho Wolfman a partir de The Tomb of Dracula #7 (1973), porque explicaba que en realidad Drácula había muerto por última vez tres años antes del primer número de The Tomb of Dracula.

A partir de todos estos relatos autocontenidos, Wolfman creó dos grandes tramas, una que abarcaba desde el The Tomb of Dracula #9 (1973) al #21 (1974), y otra desde el #22 (1974) al #35 (1975). En la primera Drácula, acaba enfrentándose al Doctor Sol, un científico chino comunista reducido a un cerebro viviente conectado a grandes computadoras. Este homenaje a las historias de terror de los años 50 quiere dominar a Drácula porque necesita sangre para poder vivir y, como nos podemos imaginar, no hay nada mejor que el protagonista de esta colección para conseguirla.

El origen del Doctor Sol.

Tras este encuentro, el rey de los vampiros es dado por muerto y el grupo de Harker se disuelve. Como Frank Drake no se ve a sí mismo digno del amor de Rachel Van Helsing, busca valor y hombría en un viaje a Suramérica donde acaba enfrentándose a un ejército de zombis junto al Doctor Vudú (otro superhéroe Marvel). Por su parte, el mudo Taj viaja a su India natal para poner fin a unos asuntos familiares pendientes. Blade protagonizó sus propias historias en solitario (como se explica en el siguiente artículo), por lo que Quincy y Rachel se quedaron solos en uno de los enfrentamientos más trepidantes entre Drácula y el cazavampiros de la silla de ruedas, en el The Tomb of Dracula #32 (1975).

Si al enfrentarse al Doctor Sol Drácula había llegado a convertirse en un héroe, en la siguiente trama le vemos comportarse como un enamorado. El argumento parece centrarse en la Quimera, un objeto mágico de poder inimaginable con el que Drácula podría dominar el mundo, pero lo que acaba seduciendo al lector es el retorcido triángulo amoroso que atrapa a Drácula, Shiela Wittier y el judío David Eschol.

La Quimera, formada por tres piezas, de león, de cabra y de dragón.

A estas alturas, The Tomb of Dracula era un éxito de ventas, con entre 200.000 y los 300.000 ejemplares al mes. No sólo se utilizó al personaje en un crossover para intentar animar las ventas de la colección de terror con peores ventas, The Monster of Frankenstein (1973-1975), sino que llegó a protagonizar historias cortas en el magazine Dracula Lives! (1973-1975) y cinco números extra, los Giant-Size Dracula (1974-1975). Sin embargo, de esta última sólo el primero de ellos tuvo relación con la trama de la colección principal y estuvo realizado por Wolfman y Colan, los otros son bastante prescindibles a pesar de estar escritos por Chris Claremont. En esa primera entrega se presentó a Lilith, una hija que Drácula tuvo en un matrimonio anterior a su transformación en vampiro y que fue convertida en una chupadora de sangre por el hechizo de una gitana. Lilith fue condenada a tener un alma inmortal que no descansaría hasta que Drácula muriese también, aunque no siente la necesidad de sangre ni le afecta la luz o los símbolos sagrados. Cuando muere, su espíritu renace en cualquier mujer que odie a su propio padre tanto como Lilith odia al suyo.

Respecto a Dracula Lives!, la colección estuvo compuesta por trece números y un annual formado por reediciones. Estas historias cortas estaban escritas y dibujadas por una gran variedad de autores y se ambientaban en diferentes épocas y lugares (hay incluso historias de vampiros en el far west, contra nazis en la Segunda Guerra Mundial, un encuentro con el Solomon Kane de Robert E. Howard, etcétera). Yo diría que destacan dos historias sobre el resto. La primera, ambientada en el presente, involucra al monje Montesi del Vaticano, que leyendo el Darkhold, el grimorio de instrucciones mágicas del universo Marvel, descubrió un encantamiento en un lenguaje desconocido con el que se podía destruir a un vampiro. El enciclopedista Roger Stern no olvidó este pequeño relato del Dracula Lives! #6 (1974) y lo recuperó unos años después. La otra historia es una adaptación de la novela de Bram Stoker, realizada por Roy Thomas y Dick Giordano, que quedó inconclusa por la cancelación de estas revistas.

La primera aparición de Lilith.

¿Cómo consiguió The Tomb of Dracula destacar entre sus compañeras? La explicación que dan algunos es la falta de supervisión editorial. Como Roy Thomas se encontraba demasiado ocupado como para supervisar todos los cómics de la editorial, muchos guionistas se convirtieron en editores de facto de sus propias series. Esto perjudicó a bastantes colecciones que podrían haber mejorado con los consejos de un editor, pero ése no fue afortunadamente el caso de la The Tomb of Dracula.

Una pequeña curiosidad para terminar: las primeras once páginas del número The Tomb of Dracula #24 (1974) fueron robadas de las oficinas de Marvel. Por suerte, las páginas a lápiz dibujadas por Colan habían sido fotocopiadas y Palmer pudo trabajar a partir de ellas. Una de estas páginas robadas acabó apareciendo en el mercado de originales, pero todavía no se sabe quién tiene el resto.

Continúa en: LA TUMBA DE DRÁCULA: DOS ESCRITORES DE NOVELAS DE VAMPIROS LE SALVAN LA VIDA A DRÁCULA (8 DE 14)

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