‘V’, ‘V de vendetta’ y ‘Los cabecicubos’


Miedo a las políticas conservadoras de Ronald Reagan y Margaret Thatcher, al peligro de que éstas significasen represión y fascismo encubierto. De eso debió haber mucho a principios de los 80 para que a tres personas distintas se les ocurriese contar una misma historia, para que se dedicasen a transmitir el mismo mensaje antifascista. No deja de ser curioso que 1984 (1949), aparte de ser una fecha cercana a estos tres relatos, fuese el título de un libro con un contenido político similar.

Kenneth Johnson, que había sido productor y director de la serie de El increíble Hulk (1977), decidió que su siguiente trabajo después de encargarse de las andanzas de su David (sic) Banner sería la lucha de unos rebeldes contra un resurgimiento del nazismo dentro de la sociedad americana. Los productores lo vieron como una historia poco creíble y querían aprovechar la moda de la ciencia ficción iniciada por George Lucas, por lo que Johnson tuvo que cambiar estos fascistas por extraterrestres con aspecto de lagartos humanoides. La primera miniserie de V (1983) fue un gran éxito que dio lugar a otra miniserie, The final battle (1984), seguida de una serie de 19 capítulos (1984-1985), en los que Jonhson ya no participó, y un remake cancelado a las dos temporadas, V (2009-2011).


En algo parecido debía estar pensando Alan Moore en Inglaterra cuando el editor Dez Skinn y el dibujante David Lloyd le propusieron que escribiese algo parecido a Night Raven, un vigilante urbano ambientado en los años 30 que Lloyd había estado ilustrando durante un tiempo. El dibujante fue quien propuso a Moore como guionista, con el que seguramente tenía mucha confianza porque hasta el momento sólo había demostrado su habilidad con historias cortas de ciencia ficción y humor (destaca el puñado de relatos de Doctor Who que hicieron juntos). Los dos autores se pusieron de acuerdo para construir finalmente V de vendetta (1982-1989), protagonizado por un terrorista, V, que utiliza los métodos más violentos para derrotar a una Inglaterra fascista imaginaria.


En un país diferente a los de estos dos creadores se encontraba el español Jan (Juan López) dibujando historietas cómicas de una página para la Editorial Bruguera. Con la jubilación del intransigente editor Rafael González en 1979, este historietista pudo por fin realizar un trabajo más comprometido, Superlópez, para realizar una revolución a todos los niveles (todos los aspectos relacionados con el dibujo, rotulación, color… el estilo de humor, la crítica social, costumbrismo, etc.) aprovechando el rebufo del estreno de Superman (1978) de Richard Donner en la gran pantalla. Después del breve paréntesis del Supergrupo, Jan en solitario regresó a la denuncia de los vicios de la sociedad, especialmente con su cuarto álbum como autor completo, Los cabecicubos (1983). En él, una empresa que fabrica unos novedosos huevos cuadrados produce una contaminación que lleva al jefe de la compañía publicitaria en la que trabaja Juan López, alias Superlópez, cree un partido totalitario que pretende eliminar a todo lo que se aleje de sus cuadriculados esquemas.



Las tres tienen en común la transformación de la sociedad en una estructura totalitaria por culpa de un elemento externo (los extraterrestres, la amenaza nuclear o la contaminación), aunque en los tres casos se hace también una justificación de la adopción de ese sistema. Adam Susan, el triste dictador de V de vendetta, argumenta en un monólogo interior su política con la afirmación de que las únicas alternativas que tenía su país después la guerra eran el caos o el fascismo. El jefe de Juan López, o Primer Hexaedro, como luego se le conocerá, tras una breve fase mesiánica en la que llega a creerse Dios funda su partido con el objetivo de luchar contra la intolerancia y el desprecio que sufren los cabecicubos, un sentimiento de inferioridad similar al que los alemanes sintieron tras la derrota de la 1ª Guerra Mundial. En el caso de V, uno de los visitantes explica que el ascenso al poder de su líder se debió a «Carisma, circunstancias, promesas… Nadie se atrevió a oponerse hasta que fue demasiado tarde. Ocurre también en tu planeta, ¿no?».

La bandera de los miembros del partido Fuego Nórdico en V de vendetta.

El emblema de los Visitantes en V es una esvástica disimulada.

La bandera del Pa. Cu., el Partido Cuadrado de Los cabecicubos.

La Gallina, emblema de Gallinueva S.A., recuerda al Águila de San Juan que adoptó la dictadura franquista.

La publicidad fascista basada en mensajes utópicos y lemas simples tiene inevitablemente su reflejo en las tres historias. El más acertado resulta ser Jan al personalizar la propaganda en la figura del líder del Pa. Cu. (Partido Cuadrado), mientras que tenemos carteles con lemas como «Juntos en el futuro» o «Fuerza mediante pureza, pureza mediante fe» en el lado de V y de V de vendetta. V precisamente incluye el equivalente de las Juventudes Hitlerianas, un elemento propagandístico más. Junto a la publicidad, están los medios de comunicación (radio, televisión y prensa) cuidadosamente manipulados todos ellos para difundir seguridad en el estado y miedo a los terroristas, a las frutas redondas o… a los científicos.

Discursos multitudinarios, adoración al líder, símbolos del partido…

Superlópez contempla el cartel que anuncia la llegada de hombres nuevos, «superhombres».

Propaganda electoral del Pa. Cu.

Cartel propagandístico del primer capítulo de V de vendetta.

La utopía de los visitantes en V.

Si los alemanes persiguieron sobre todo a judíos durante el 3er Reich, en V su papel lo ocupan los científicos, los médicos, o cualquier persona con interés en la investigación. Los visitantes consiguen provocar el miedo hacia las únicas personas con la capacidad para descubrir el engaño y salvar a la humanidad de la invasión. Los otros dos ejemplos, sin embargo, se apoyan en la pureza racial. La dictadura británica efectivamente persigue cualquier tipo de minoría (negros, homosexuales…), mientras que el Pa. Cu. aisla a los llamados «decadentes» o cabecirredondos. Todas estas minorías, al aceptar que no pueden ser «corregidas» e integradas, son asimiladas por el sistema de otro modo para darles alguna utilidad. Los extraterrestres usan a los científicos perseguidos como alimento, los ingleses del partido Fuego Nórdico los desplazan a campos de concentración para hacer experimentos médicos con ellos y los cabecicubos cuadriculan a los insurgentes para fabricar carreteras con ellos.

A la publicidad estatal se responde con publicidad rebelde y no es casualidad que tanto V como V de vendetta tengan un título parecido: en los dos casos hacen referencia al lema «V de victoria» que Winston Churchill popularizó con el gesto de levantar el índice y el dedo corazón. En los dos casos esta «V» se convierte en un grafiti, pero el del cómic británico resulta un símbolo más complejo al recordar también al símbolo anarquista invertido. Precisamente los dos hacen referencias a la 5ª Sinfonía de Beethoven, tanto porque el cinco es una «V» en números romanos como porque tres notas breves y una larga es la forma de escribir esta letra en código morse.

Un superviviente del Holocausto ataca la propaganda invasora.

V también mancilla la propaganda estatal.

Los rebeldes son en cualquier caso terroristas, enemigos del sistema que atacan en escaramuzas o con explosivos. Viven en las alcantarillas, en sótanos y en las sombras. Los que antes eran ladrones y traficantes de drogas se convierten en paladines de la libertad, mientras que la policía y los cuerpos de seguridad que ahora luchan por la libertad experimentan lo que significa vivir fuera de la ley. Si Guy Fawkes es considerado en Reino Unido un terrorista católico, en el cómic de Moore y Lloyd se convierte en un liberador. Los bandos del bien y el mal se difuminan.

En los dos bandos hay traidores al grupo al que en teoría pertenecen, aunque vamos a destacar sólo a los que traicionan al grupo rebelde: la cabecirredonda Luisa («¡y tan redonda!» dice uno) se pondrá del bando de los cabecicubos, mientras que los humanos Daniel Bernstein y Eleanor Dupres colaboran de manera diligente con los visitantes. En ambos casos la moraleja es la misma: la traición no compensa.

Los uniformes militares en V de vendetta.

Jaime González lleva el uniforme cabecicubo, de corte militar.


Los visitantes también vienen uniformados, de rojo y negro.

En las tres historias, especialmente en V de vendetta, destacan las clases militar, religiosa y científica, aunque la que aparece en las tres de un modo más variado es ésta última. En el cómic escrito por Alan Moore la ciencia debe ser usada con cuidado («No podemos abusar de la ciencia», le aconseja V a Evey), mientras que los héroes de V son claramente los investigadores, los sabios que según Platón debían guiar a su sociedad ideal. Jan da una visión más cínica en esta conversación entre dos científicos pertenecientes a la resistencia, la Guerrilla Urbana Anticabecicuba (G.U.A.):

—Al principio éramos una comisión de científicos designados por el gobierno, para investigar el origen de la epidemia y su solución…
—… Y bien que chupábamos del bote… ¡Rolls, cinco tenedores, Miami, las noches del Paralelo…!
—… Y bueno, la epidemia llegó al gobierno y…
—¡Adiós subvenciones! Quedamos aislados y optamos por trabajar en serio y en la clandestinidad… ¡Qué remedio! Así nació el «G.U.A.»…

Casi todas las ficciones necesitan un final feliz, una conclusión como que el totalitarismo es derrocado y la gente de a pie recupera la libertad. Sólo es necesario que la lluvia limpie la atmósfera para que cabecicubos recuperen su redondez (el siguiente cómic de Superlópez, La caja de Pandora, no fue tan optimista respecto a la responsabilidad individual para elegir entre el bien y el mal), mientras que en el lado completamente opuesto serán necesarios la muerte y el caos para poder llevar a la humanidad al anarquismo, la estructura social perfecta desde el punto de vista de Alan Moore. En V la llegada de los visitantes se debía a que querían llevarse el agua y la comida de nuestro planeta, por lo que al contaminar estos recursos naturales con bacterias que sólo afectaban a los alienígenas se les expulsó fácilmente. Es decir, en los tres el problema del fascismo fue esquivado, no solucionado.

¿Y qué nos queda después? Alan Moore y David Lloyd terminaron su relato sin que sepamos realmente si V consiguió educar a Gran Bretaña para que se autogobernase en comunas o si sólo fue un asesino de masas. Sin embargo, Jan explica los primeros años de regreso a la democracia desde su propia experiencia: en esa transición la gente evita mencionar los anteriores años e intenta actuar de forma opuesta sólo porque es «lo contrario». El reflejo más triste con la realidad es que antiguos miembros destacados del Partido son ahora políticos de la nueva democracia, sin que se juzgue legalmente a ninguno de los responsables del anterior periodo de terror.

El general Sintacha, un militar al servicio del Partido Cuadrado, se presenta a las elecciones como héroe anti-cabecicubo.

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