Astérix salía poco en su primera película: 'Deux romains en Gaule'

Juegos de palabras, anacronismos, cameos y momentos musicales. Deux romains en Gaule es una adaptación de Astérix poco conocida a pesar de que fue la primera de todas ellas. Con mucho ingenio, disimuló las dificultades de adaptar un cómic con actores para conseguir un resultado que recuerda más a los álbumes originales que cualquiera del resto de adaptaciones a imagen real.

Astérix el galo se estrenó en los cines franceses y belgas a finales de 1967, pero esa no era la primera película que adaptaba el universo de los cómics de René Goscinny y Albert Uderzo. Ese mismo año, pero en febrero, ya se había emitido Deux romains en Gaule por televisión. No es una joya injustamente olvidada que haya que reivindicar, pero sí una curiosidad simpática para los aficionados de Astérix.

Su argumento se explica a partir de las limitaciones técnicas: ¿cómo se podía llevar a la pantalla dos dibujos caricaturescos como Astérix y Obélix de una manera efectiva? «Era casi imposible encarnarlos en carne y hueso», explicaba el director Pierre Tchernia, «Obélix es sólo un cuerpo enorme y Astérix, una especie de gnomo con una cabeza desproporcionadamente alargada. Y, de todos modos, son tan reconocibles que solo podríamos decepcionar al público». La solución fue darle el protagonismo a dos legionarios romanos que están pasando sus últimos días en la Galia. ¿Y cómo se podía representar fielmente esta antigua Galia con el presupuesto humilde de un programa de televisión, tanto que no aparece ni siquiera un caballo? Construyendo una historia ambientada no en la auténtica Galia, sino en los sueños de un niño que está estudiando historia con un Pilote encima de la mesa.

El centurión (Jean Yanne) junto al director Pierre Tchernia.

Con estas dos ideas empieza una colección de sketches situados en escenarios anacrónicos: un restaurante, un concesionario, un cabaré, un café literario, un parte meteorológico, un partido de rugby... El hilo conductor son Ticketbus (Roger Pierre) y Prospectus (Jean-Marc Thibault), dos legionarios atolondrados que huyen de un estricto centurión (Jean Yanne) y que, como los dos jóvenes que son, quieren comprarse una cuádriga moderna para ligar con galas y salir de fiesta con ellas de noche.

Astérix y Obélix, por su parte, salen poco. En esta mezcla de fantasía y ficción salida de la mente de un niño, estos dos personajes hacen su aparición en forma de dibujos animados, su primera adaptación a este medio. Sus voces se las dan Roger Carel y Jacques Morel, que ya interpretaban a estos galos en el serial radiofónico que se había estrenado el año anterior y que lo seguirían haciendo en las películas de animación. Pero aquí, al contrario que en esas películas, Astérix es solo el guía que presenta su Galia de tebeo al joven Antoine.

René Goscinny y Pierre Tchernia. Este último apareció después caricaturizado en un buen número de álbumes: Astérix legionario, Astérix en Córcega, Obélix y compañía, Astérix en Bélgica...

Lo que sí abundan son los momentos musicales. Los guionistas enlazaron una detrás de otra una buena cantidad de parodias de canciones sobre la ciudad de París: Lutèce, c'est une blonde es una versión de Paris, c'est une blonde (que, por cierto, Astérix y Obélix cantan al final de La hoz de oro), y Monte là-dessus, tu verras le Mont de Martyrius, lo es de Monte là-dessus, tu verras Montmartre. Tras ellas vienen las versiones de Les grands boulevards, Le Gamin de Paris y Paris sera toujours Paris.

René Goscinny y Albert Uderzo.

También hay una cantidad generosa de juegos de palabras de todo tipo. Desde los más sencillos, como los nombres de Selfservix (el dueño del restaurante) y Striptix (una bailarina del cabaré) a otros más rebuscados. En cierto momento un galo manda al cuerno a otro gritando «Au diable Lavarix!», que recuerda a «Au diable l'avarice!» («¡Al diablo la avaricia!»), una expresión popular atribuida de forma errónea a Molière. En la canción Lutèce sera toujours Lutèce, la cantante aclara que «Ç'est par ici que nous rie» («Es por aquí donde reímos»), con lo que parece estar pronunciado el nombre actual de Lutecia. El que se lleva la palma son los nombres de las dos jóvenes galas: Boufiltre («bout filtre», filtro) y Disquebleu («disque bleu») se presentan como dos «gauloises» (galas); todas estas palabras tienen en común que salían en las cajetillas de tabaco Gauloises Disque Bleu, con «bout filtre».

El guion lleno de anacronismos y juegos de palabras recuerda mucho más a los de Goscinny que el de cualquier otra adaptación a imagen real. Esto no significa que Albert Uderzo se quedase al margen. Sus dibujos aparecen en las señales de tráfico, las ilustraciones de los periódicos en mármol y la de la bailarina Striptix. Además, los dos salen durante una escena caracterizados como galos, uno de camarero y el otro de artista que dibuja en el suelo con tizas para ganarse unas monedas. Como recordaba el dibujante Tibet, que asistió al rodaje: «Honestamente, estaban ridículos, pero se divirtieron». Goscinny tenía claro que, como poco, se habían diferenciado del creador de Tintín: «Lo que he hecho hoy, Hergé no lo habría hecho... ¡Tiene demasiada dignidad!».

Aunque no deja de ser un producto menor, esta película de una hora es amena, tiene momentos divertidos, es muy francesa... pero también cuida esa doble lectura de ser el sueño de un niño. Las frases finales subrayan la obviedad de que algunos momentos de la película son expresiones subconscientes de los deseos del niño protagonista: divertirse, ser libre, rebelarse contra la autoridad de los padres, querer dejar de ser tratado como un niño... No es, en ningún modo, la mejor película de Astérix, pero por estos detalles se nota que hubo una preocupación por hacer un producto más inteligente del que el público podría haber pedido.

René Goscinny y Albert Uderzo (fuente).

Deux romains en Gaule se incluyó como extra en el DVD francés de Astérix y Obélix: Al servicio de Su Majestad (2012). En España está inédita.

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