‘El pequeño Nicolás. La historieta original’: Goscinny y Sempé recuerdan a Bruguera

Ficha editorial

Si miras unos segundos la portada de este álbum, la primera idea que te vendrá a la cabeza es correcta: es un prólogo. Es decir, efectivamente, estas historietas son anteriores a los famosos cuentos del pequeño Nicolás de Goscinny y Sempé. Ahora bien, ¿qué interés habría en leer este cómic? ¿Merece la pena más allá del completismo o la curiosidad?

Podemos empezar con lo menos brillante para quitárnoslo de encima cuanto antes: el dibujo no es malo, pero es más impersonal que las ilustraciones habituales de Sempé. Tampoco los gags son una recopilación del mejor humor de Goscinny. Por hacer una comparación más o menos cercana, al lector español le recordarán a las historietas de Bruguera: cada página es una pequeña anécdota, desconectada cada una de la otra, a medio camino entre el costumbrismo y el absurdo sobre la relación entre un padre y su hijo. El padre es, como tiene que ser, una figura de autoridad muy vulnerable y el hijo, un pequeño y risueño motor del caos que vive inconsciente de todo lo que provoca.

Dejando eso a un lado, aquí había un buen material de partida para el pequeño Nicolás literario que, creo que lo estoy dejando claro, no necesita que lo presente. Teniendo en cuenta lo limitantes que son los chistes de una página para un dibujante, es sorprendente el gusto de Sempé por el detalle. Cuántos elementos de fondo hay que no aportan nada a los gags, pero que están dibujados con un cariño excesivo. En la tercera página, por poner un ejemplo, hay una viñeta en la que el centro de atención es una ventana con flores que cualquiera querría tener en su casa, en lugar del inminente conflicto entre padre y vecino. Pasa continuamente, los fondos son deliciosos. No son los maravillosos garabatos de los cuentos, pero hay destellos aquí y allá en los que se nota una implicación destacable, por más que sea evidente que Sempé no supo adaptar su estilo a este tipo de historietas.

Contraportada de la edición francesa.

Los guiones sí son exactamente lo que uno se esperaría, aunque no se parezcan a los cuentos posteriores. La gracia del pequeño Nicolás literario está en que son relatos ingeniosos escritos con un lenguaje de niño y desde su visión del mundo. Sin embargo, en estas historietas ese hallazgo está ausente. Aun así, las situaciones son amenas, variadas y se desarrollan adecuadamente, sin convertirse en chistes alargados en los que sobran viñetas o estén tan resumidas que se echen en falta algunas. Si acaso, lo que sí se echan en falta son recursos como los juegos de palabras o las frases recurrentes que uno asociaría a un guion de Goscinny. Quizás al basarse en escenarios habituales de la infancia muchos chistes puedan parecer predecibles, pero otros son brillantes: cuando regresa de jugar a las cartas con el vecino, cuando pone en evidencia a su madre en una tienda de ropa…

Las 28 páginas que forman esta curiosidad (junto con dos cuentos posteriores que se comparan con sus respectivas historietas) se publicaron en Francia en 2017. Han pasado seis años hasta que la argentina Libros del Zorzal se ha convertido en la primera editorial en publicar este cómic en castellano. Lo único que ensombrece a este álbum es la espantosa tipografía, cuya única virtud es ser un calco excelente de la rotulación francesa original. Pero dejando este detalle a un lado y volviendo al principio, yo diría que este álbum es más que un prólogo de los libros del pequeño Nicolás. Para un lector al que le guste el humor de Goscinny, este cómic va a ser una lectura divertida y agradable.

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