'Se busca personaje' y (40 años despues) 'Los mogollones de Lukas'

Cuando la Editorial Bruguera estaba besando el borde del abismo en los 80, algunos de sus dibujantes decidieron buscar alternitvas. El caso de Jan es de los más interesantes porque en poco tiempo lanzó un buen puñado de ideas muy variadas, desde series de corta vida (Los últimos de Villapiñas y Cab Halloloco en Jauja, Viceversa en Rumbo Sur), a historias cortas como un breve cómic erótico en Hara-Kiri, el cuento de Escafandrita Roja en Telecómic o un par de ideas más que acabaron encontrando un hueco unos años después en Guai! De ese puñado, las que mejor funcionaron fueron las que, tras unos cambios, se acabaron transformado en Superioribus y Laszivia.

Ficha editorial

Laszivia nació de una muestra de 16 páginas (once dibujadas y otras cinco que, por lo que entiendo, solo estaban escritas) en las que se presentaba a un personaje anónimo que aceptaba trabajar como personaje para un dibujante de cómics que está basado físicamente en Jan. Es más, como el portal de su edificio y en parte sus muebles recuerdan a los del Juan López de Superlópez, podemos imaginar que ambos escenarios están basados en la casa del propio Jan durante aquellos años. De ahí saltamos a la primera aventura del que queda bautizado como Súper Rayón, un héroe galáctico al que le encargan detener una revuelta minera, que después entra a un bar... y se acabó esta muestra. Es por estas últimas páginas, en las que había un par de viñetas con contenido sexual, por lo que Norma le encargó la creación de Laszivia, una serie que mezcló los géneros de ciencia ficción, humor y erotismo.

El año pasado, en medio de la pandemia de Covid, Jan decidió retomar esta propuesta para convertirla en un nuevo álbum. Esta continuación empieza con el tercer título de la portada de este tomo, Los mogollones de Lukas, donde aparece el verdadero héroe de esta historia, un joven universitario que quiere ayudar a los mineros rebeldes y detener a Rayón.

Es posible que uno de los aspectos más interesantes de esta lectura (o el que más) sea las diferencias entre los dos enfoques de este cómic. Empezamos con una trama más bien costumbrista (escenarios urbanos, la búsqueda de empleo, un síndrome de Diógenes...) que evoluciona sin posibilidad de marcha atrás hacia la space opera. De un cómic metalingüístico, que parece que va a jugar con las conexiones entre realidad y ficción, pasamos a una aventura más sencilla en la que los buenos huyen de los malos. De un cómic que empieza parodiando al prototipo de héroe bravucón de tupé y mentón pronunciado pasamos a una aventura positiva en la que los verdaderos protagonistas son dos jóvenes entusiasmados y llenos de energía (aunque con menos personalidad que Rayón). O dicho de otra forma, Jan empezó una propuesta en los 80 que, a la hora de retomarla, no ha conectado con sus intereses actuales.

Me quedo sobre todo intrigado por las posibilidades que parecía abrir la relación entre un personaje y su dibujante: si se hubiese profundizado en ella, ¿cómo se habría desarrollado? ¿Se habría basado en la complicidad o en la desconfianza? ¿Cómo reacciona un personaje a las dificultades que se encuentra si es consciente de que todo es ficción? Incluso es posible que este personaje pudiese haber sido el protagonista de muchas más historias, cada una de ellas ambientada en géneros y contextos diferentes: el vaquero Rayón, el caballero medieval Rayón, etcétera.

Pero Super Rayón no se va por esas ramas sino que es, en el fondo, un cómic con un espíritu muy cercano a los Superlópez de los últimos años, que se diferencia poco más que en el lenguaje («mierda», «gilipollas») y unas pocas referencias sexuales que tal vez sorprendan a un lector pudoroso. Una aventura sencillita, que no pretende sorprender, pero agradable.

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