Mortadelo con todas las letras: el caso del rótulo



La forma de dibujar las títulos de Mortadelo y Filemón ha evolucionado siguiendo los estilos de cada época durante más de sesenta años. La trayectoria de todos estos rótulos nos despierta una pregunta: ¿han compartido algún rasgo común?


A Mafalda le gustan los Beatles, Doraemon haría cualquier cosa por un dorayaki y la música de James Bond es siempre la misma. La identidad de los personajes de ficción funciona así, se construye a partir de la repetición de elementos fijos, tanto desde dentro de la trama como fuera de ella. Podríamos hacer una excepción con los rótulos y las cabeceras de las revistas. También son elementos que tienen que repetirse para establecer una continuidad, pero a la vez necesitan algún tipo de cambio de vez en cuando.

Con los rótulos de Mortadelo y Filemón se da la misma situación. Para evitar caer en la rutina y adaptarse a los gustos de cada época, sus rótulos han ido variando para reinventar la identidad de la serie y también mantener atractiva la marca. Esta evolución, basada en la prueba y el error, llevada a cabo por un conjunto de autores lamentablemente anónimos, empezó en las páginas interiores y continuó en las portadas. La pregunta que nos podríamos hacer es: ¿han tenido estos rótulos algún rasgo diferenciador, una personalidad única?
 

Mortadelo y Filemón, ‘lettering’ y rotulación

Como ocurre a veces, el primer intento no tiene por qué ser el más acertado. El primero de los rótulos de Mortadelo apareció en la viñeta inicial de la primera página de la serie, en el Pulgarcito n.º 1394 (enero de 1958). Consistía en unas gruesas letras mayúsculas dibujadas a mano (es decir, lettering) y rodeadas con un contorno grueso negro. Como todos los rótulos de esta primera etapa, se jugaba con el contraste entre el estilo del «Mortadelo y Filemón» y el «Agencia de información». El resultado no es malo, pero habría ganado mucho si hubiese tenido rasgos más característicos. Es tan impersonal que se parece al de otros personajes de la misma revista, especialmente al de Doña Lío Portapartes.

Pulgarcito n.º 1505 (1960).

Pulgarcito n.º 1421 (1958).

Por eso fue un acierto que dos años después el rótulo fuese sustituido por otro con más relacionado con el género de detectives. Esta vez las letras tomaron características de una tipografía egipcia, es decir, línea sin modular y con serifas exageradas, que aquí pueden recordar a la de una máquina de escribir. Su primera publicación fue en el Pulgarcito n.º 1515 (1960), pero durante unos pocos números las páginas con este rótulo se fue intercalando con otras que mantenían el anterior porque en la Editorial Bruguera las páginas no se publicaban en el orden en el que las entregaban los autores. Este mismo rótulo, de hecho, fue el que se utilizó cuando Mortadelo empezó a publicarse en paralelo en una segunda revista, a partir del Tío Vivo n.º 54 (1962).

Pulgarcito n.º 1515 (1960).

Poco después, en algunas series se probó a colocar el título en el margen superior en vez de en la primera viñeta. En el caso de Mortadelo esta etapa empezó en el Pulgarcito n.º 1701 (1963) y acabó en el n.º 1727 (1964), pero ni hubo este tipo de cabecera en todos estos números ni sólo en ellos (hay también alguna entrega posterior con este estilo; lo dicho: la editorial no publicaba las páginas en el orden en el que llegaban). La idea duró poco, pero aportó algunas características que regresarán en el futuro: por un lado, el diseño desenfadado y descolocado de las letras; por otro, la cabecera fue cambiando en cada entrega porque Mortadelo se disfrazaba de manera diferente en cada una.

Pulgarcito n.º 1701 (1963).

Tío Vivo n.º 163 (1964).

Poco después, a partir del Pulgarcito n.º 1751 (1964), la serie ocupó durante un tiempo un lugar privilegiado dentro de la revista Pulgarcito: la doble página central. Es un formato peculiar en el que cada hilera de viñetas empieza en el margen izquierdo de la página par y termina en el derecho de la impar. La idea es muy ingeniosa para una revista, pero se convierte en un dolor de cabeza cuando alguien quiere reeditar este material en recopilatorios. Al mismo tiempo, se probó durante 1965 un cuarto logo que también tuvo una vida muy corta, tanto en Pulgarcito como en Tío Vivo. Este breve experimento contrastaba mucho con el que ya estaba establecido en la serie tanto por la pérdida de las serifas como por el intercambio de los colores, las mayúsculas y las minúsculas.

Pulgarcito n.º 1769 (1965).

Dejando a un lado estas dos últimas anécdotas, podemos decir que durante nueve años sólo hubo dos rótulos de largo recorrido (el de contorno grueso y el de máquina de escribir). El tercer rótulo que más se mantuvo en el tiempo apareció en 1967, en algún momento entre entre los números 1880 y 1900 de Pulgarcito. Conservó el estilo de máquina de escribir en el fragmento de «Agencia de información», pero el nombre de los personajes ganó un aspecto moderno con letras estrechas, ligeramente moduladas, sin serifas y en cursiva.

Pulgarcito n.º 1967 (1969).

Tal vez no sea un logo llamativo o con personalidad, pero la serie estaba pidiendo algún cambio. Poco después, en el Pulgarcito n.º 2020 (1970), se le añadieron dos colores, azul para Mortadelo y rojo para Filemón.

Pulgarcito n.º 2020 (1970).

En esos años el logo no se usó mucho en nuevas historietas. Francisco Ibáñez ya había dejado de entregar páginas nuevas desde el Tío Vivo n.º 385 (1968) y dejaría de hacerlo en Pulgarcito desde el n.º 2028 (1970). Para llenar ese vacío, la editorial empezó a reciclar páginas ya publicadas para darle margen a Ibáñez en el nuevo proyecto de la editorial: la revista Gran Pulgarcito (1969-1970).

En esta nueva revista Ibáñez introdujo a Mortadelo y Filemón dentro de la TIA, una agencia de espionaje, para desarrollar la primera aventura larga de la colección, El sulfato atómico (1969). La novedad estaba en que se le había dado a Ibáñez y a otros dibujantes el tiempo para experimentar con un nuevo estilo de cómic más afrancesado: aventuras además de humor y más interés en el dibujo con detalles que en la síntesis gráfica. El nuevo rótulo para esta colección recuerda un poco al de 1964. Las letras ganan peso, se les añaden unos remates de gran tamaño, se mezclan las mayúsculas y minúsculas y todo queda apoyado sobre una base ondulante.

Gran Pulgarcito n.º 1 (enero de 1969).

Como consecuencia de todo esto, cuando Ibáñez vuelve a dibujar nuevas páginas para Pulgarcito (el «pequeño Pulgarcito») se tiene que eliminar un pequeño detalle. Mortadelo y Filemón habían dejado de trabajar como empresa privada para convertirse en funcionarios del Estado, por lo que en el rótulo desapareció el fragmento «Agencia de información» a partir del Pulgarcito n.º 2042 (1970). No solo eso, además el nuevo rótulo empezó a aparecer, durante un tiempo muy breve, integrado dentro de elementos de las viñetas, como un cartel callejero o en un sofá.

Pulgarcito n.º 2042 y 2043 (1970).

Este rótulo modificado se mantuvo más allá del Pulgarcito n.º 2127 (1971), el número en el que Ibáñez dejó de dibujar nuevas entregas para esta revista. El hueco fue cubierto de nuevo por reediciones y más tarde por historietas de autores sin firma. Con el tiempo, el rótulo fue finalmente fue sustituido por una simple cabecera amarilla con letras mecánicas y estrechas de color rojo. Más tarde perdería los colores y también el interés. Los rótulos de las páginas interiores habían pasado de añadir personalidad a ser simplemente informativas.

Pulgarcito n.º 2500 (1979).


La construcción de una marca

Dentro de un Pulgarcito de los años sesenta no parece que Mortadelo y Filemón brillasen con una luz especial. Sus páginas son muy divertidas, pero no creo que destaquen sobre las de otros personajes. Por eso me cuesta fiarme de los que aseguran que fueron adaptados en los cortometrajes de animación de los Estudios Vara (1966-1971) debido a su popularidad entre los lectores. A mí me seduce más la posibilidad contraria: imaginemos que no fuesen los personajes que más destacasen entre los niños, pero que tal vez llegasen a hacerlo como consecuencia de estos cortometrajes. Para mí, es sólo a partir de El sulfato atómico cuando Ibáñez se desmarca de sus compañeros de revistas y se gana la atención de los lectores con unas historias que destacan por el humor, las tramas y el dibujo.

La invitación (1968).

El éxito de Mortadelo era evidente cuando las aventuras largas de Gran Pulgarcito (como El sulfato atómico, Safari callejero y demás) empezaron a recopilarse en tapa dura en la colección Ases del Humor (1969-1980), dedicada en exclusiva a los personajes de Ibáñez. El diseño de la cabecera era muy deudora del cómic francés de la época y al mismo tiempo seguía el estilo del rótulo de Gran Pulgarcito: grandes letras rojas sin borde negro con formas alocadas y remates muy pronunciados, en las que se mezclan mayúsculas y minúsculas y apoyadas sobre una base ondulada.

A pesar de lo poco que fue usado en España (sólo en 44 álbumes sumando las colecciones Ases del Humor y Alegres Historietas, 1980-1983), ha sido la cabecera que más se ha imitado para las traducciones de los cómics de Mortadelo. Se podría decir que es el rótulo que mejor define la personalidad de estos personajes, hasta el punto de que todas las siguientes cabeceras han funcionado en la medida en que recuerdan a esta.

Ases del Humor n.º 1 (1969).

Clever & Smart n.º 1 (1972).

La hermana pobre de Ases del Humor, dirigida a ese público más humilde que consume productos a precios populares, fue la colección Olé! (1971-1986). Sus contenidos reafirmaban la fama de Ibáñez: de las 316 entregas de esta colección, 193 se centraban en sus personajes y, de este grupo, 166 contenían páginas de Mortadelo y Filemón. O lo que es lo mismo, más de la mitad de estos álbumes estaban protagonizados por los agentes de la TIA. La cabecera que se usó aquí era muy similar a la anterior, con los mismos remates en las letras, uso de mayúsculas y minúsculas…, pero con letras más estrechas y apoyadas sobre una base un poco más recta. Tal vez parezca más serio y menos dinámico, pero funciona igual de bien.

Olé! n.º 5 (1971).

El éxito de Mortadelo y Filemón se materializó también en la creación de nuevas revistas centradas en este personaje. Mortadelo (1970-1983) fue la primera de ellas, y también la primera vez que el nombre de un personaje de humor daba nombre a una publicación. La personalidad de la portada la decidió el editor Jorge Bayona Url: no se trataba de una ilustración, sino de un cómic de unas pocas viñetas sin líneas rectas, mientras que en la parte superior el nombre de la revista tenía la forma de una S tumbada (tan ondulante como en el rótulo de Gran Pulgarcito y la cabecera de Ases del Humor) y la O de Mortadelo cambiaba de forma en cada número. En otras palabras, la cabecera cambiaba en cada entrega como en el rótulo que había tenido la serie entre 1963 y 1964.

Mortadelo n.º 3 (1970).

Las siguientes publicaciones centradas en Mortadelo utilizaron variaciones de este rótulo para reforzar la identidad de la marca. En Super Mortadelo (1972-1986) la palabra «super» empuja desde arriba a las letras de Mortadelo, mientras que en Mortadelo Gigante (1974-1977) y Mortadelo Especial (1975-1986) (inicialmente Mortadelo Super Terror) se añaden textos al lado del «Mortadelo». La cabecera de Super Mortadelo cambió un poco a partir del n.º 133 (1982), pero mantuvo este estilo.

Super Mortadelo n.º 1 (1972).

Mortadelo Especial n.º 1 (1975).

Mortadelo Especial n.º 67 (1979).

Mortadelo Gigante n.º 1 (1974).

Super Mortadelo n.º 133 (1982).

Este diseño desapareció con la cancelación de la revista Mortadelo en 1984. Su sustituta fue la veterana Super Mortadelo, que cambió de nombre a Mortadelo a secas a partir del n.º 170. La nueva forma de las letras tubulares (a mí me recuerdan al diseño alargado del personaje de Mortadelo) perdía el aspecto manual de las anteriores cabeceras, pero se continuó jugando con las cabeceras cambiantes, con una O diferente en cada portada. Al año siguiente Mortadelo Especial utilizó también este logo, aunque con un tamaño mucho menor para que destacase la palabra «especial».

Super Mortadelo n.º 170 (1984).

Mortadelo Especial n.º 199 (1985).

Este rediseño de la línea de revistas debió de estar relacionado con las dificultades económicas en las que la editorial Bruguera se encontraba en esos años. En esa fase de reinvención, la empresa recuperó el formato de los álbumes de 44 páginas en tapa dura con la colección Magos del Humor (1984-1986), con un diseño de cabecera quizás mucho más serio de lo que pide esta serie.

Magos del Humor n.º 6 (1984).

Otro de los ganchos que Bruguera utilizó para atraer lectores fue la celebración de los 25 años desde la creación de Mortadelo y Filemón. Para ello publicó un puñado de Olés! que luego se recopilaron en un único tomo, 25 años de historia (1983). Como en la anterior colección, las cabeceras quizás sean demasiado serias, aunque recuerdan al diseño de letras de grosor constante de la revista Mortadelo.

Olé! n.º 269 (1983).


25 años de historia (1983).

Sin embargo, a pesar de los intentos de reinventar la línea de publicaciones, la Editorial Bruguera terminó su actividad en 1986.

Recuperando los aciertos del pasado

Tras la compra del fondo editorial de Bruguera y la creación de Ediciones B se reanudó la publicación de revistas de los personajes de Ibáñez, aunque con menos Ibáñez que nunca. En Mortadelo (1987-1991), Super Mortadelo (1987-1994) y Mortadelo Extra (1987-1996) se empezaron a publicar historietas de un equipo de dibujantes anónimos, unas páginas producidas a espaldas del creador de estos personajes. Por eso no desentona que las tres empezasen con logos mecánicos impersonales en los que es imposible encontrar algo que recuerde a las características de la serie. Son cabeceras tan impersonales que la única forma de asociarlas con los personajes fue un truco tan perezoso como incluir a Mortadelo junto a las letras, andando o corriendo.

Mortadelo n.º 3 (1987).

Super Mortadelo n.º 14 (198?).

Mortadelo Extra n.º 1 (1997).

Estas cabeceras parecen una decisión para salir del paso, no elecciones meditadas que se ajustasen al contenido de la colección. Eran tan impersonales que incluso la fuente había sido usada el año anterior en una colección de cómics del pato Donald.

Yo, Donald n.º 1 (1986).

Mientras tanto, la revista que Grijalbo había sacado dedicada a Mortadelo y Filemón (en este caso dibujados por el propio Ibáñez) era un acierto aunque no tomase decisiones muy arriesgadas. En Yo y Yo (1987) la cabecera cambiaba número a número al mostrar a los personajes protagonistas en situaciones diferentes, con letras de formas desenfadadas y una letra Y que recuerda a la cabecera del formato Olé!

Yo y Yo n.º 4 (1987).

Cuando Ibáñez decidió unirse a Ediciones B al año siguiente la editorial lo subrayó recuperando las cabeceras originales de estas revistas en Bruguera a partir de los Mortadelo n.º 49 (con la famosa portada de Mortadelo disfrazado de Tejero), Super Mortadelo n.º 24 y el Mortadelo Extra n.º 3.

Mortadelo n.º 49 (1988).

Sin embargo, a las revistas de Ediciones B les quedaba poco tiempo de vida. En 1991 se cancelaron las revistas semanales, como Mortadelo, mientras que se rediseñaron Super Mortadelo desde el n.º 71 y Mortadelo Extra desde el n.º 14. Estas nuevas cabeceras no eran malas, pero tampoco mejores que las anteriores.

Super Mortadelo n.º 71 (1991).

Mortadelo Extra n.º 14 (1991).

Pocos años después Ediciones B canceló el resto de revistas. Continuó, eso sí, sacando recopilatorios como la colección Olé! (1987-actualidad), en la que mantuvo el mismo diseño hasta 1992. Al año siguiente, al relanzar la colección, se decidió aplanar su cabecera. Todavía se nota en la forma aplastada de la letra Y, la única letra de trazo constante de la cabecera.

Olé! n.º 1 (1992).

Olé! n.º 1 (1993).

Mi sensación es que las decisiones creativas para las cabeceras de Mortadelo en los inicios de Ediciones B fueron muy pobres: o se creaban nuevas que no terminaban de cuajar o se volvía a lo seguro. Habría que hacer una excepción con Magos del Humor (1987-actualidad), con una tipografía muy pesada y que recuerda al diseño gráfico de los setenta y ochenta. Su gran debilidad podría ser su aspecto mecánico, que definitivamente es lo más alejado al diseño de Ases del Humor o la colección Olé!, pero tiene algo que me convence. De hecho, fue utilizado después en los videojuegos de Mortadelo.

Magos del Humor n.º 1 (1987).

En 2002 se rompió la tendencia de los primeros quince años de vida de la editorial. En tres de las nuevas colecciones se crearon cabeceras que volvieron a tener una personalidad diferenciada y que recuperaban los aciertos de las colecciones más antiguas. En Top Cómic Mortadelo (2002-2018) las letras recuperaron sus formas libres y grandes remates y se les añadió un efecto 3D metálico. En Supertopcomic Mortadelo (2004-2010) y en Mortadelo Especial (2006-2019) se recuperó el recurso de crear una nueva cabecera para cada entrega. En la primera el rótulo es totalmente nuevo en cada número, mientras que en la segunda se incluye un pequeño gag diferente en cada uno.

Top Cómic Mortadelo n.º 9 (2003).

Supertopcomic Mortadelo n.º 3 (2005).

Mortadelo Especial Eurocopa (2012).

Mientras que en los últimos años Ediciones B había recuperado el espíritu de las cabeceras de Mortadelo sin necesidad de copiarlas, las adaptaciones hasta el momento han optado por decisiones más conservadoras. Javier Fesser ha repetido en dos ocasiones el logo de Ases del humor, mientras que la serie de televisión de BRB y la película de Miguel Bardem prefirieron el logo de la colección Olé!

Mortadelo y Filemón (1995).

La gran aventura de Mortadelo y Filemón (2003).

Mortadelo y Filemón. Misión: salvar la Tierra (2008).

Mortadelo y Filemón contra Jimmy el Cachondo (2014).

La última adaptación de Fesser, sin embargo fue mucho más creativa en otro logo que resumía de una manera brillante la personalidad del rótulo de Mortadelo utilizando sólo dos letras y el negativo de una bomba con dos tiritas. El truco estuvo en hinchar el remate de la F y repetirlo de manera simétrica en la M.


Esta inventiva me recuerda al último logo que merece la pena comentar. En 2018 la diseñadora Celeste Rodríguez renovó la marca de Mortadelo en un proyecto para Hydroponic, una tienda de ropa y skate. Lo interesante es que el diseño mantiene la personalidad original (las serifas, la mezcla de letras mayúsculas y minúsculas…), pero al mismo tiempo aporta la forma en la que se ha llenado el espacio vacío entre la primera y la segunda fila.


El cambio estable

Es complicado encontrar elementos comunes entre todos los rótulos más usados de Mortadelo y Filemón. Según la cabecera, ¿en qué consistiría la personalidad de esta serie? ¿La clave está en los grandes remates, en las formas desenfadadas…? Hay excepciones para lo uno y para lo otro, por lo que es más sencillo hacer el ejercicio contrario, buscar lo que las diferencia del resto. Comparadas con las cabeceras de cualquier otra colección de cómics, aquí el elemento repetitivo ha sido el cambio. Las continuas transformaciones de Mortadelo y el horror vacui del dibujo de Ibáñez han tenido un reflejo perfecto en una cabecera que durante años cambiaba número a número. O en otras palabras, en una cabecera que también se disfrazaba.

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