[Entrevista] Rubén Larrea, colorista de Mortadelo: «En Bruguera había veces que coloreaban bien y otras que no tan bien»



Se gana la vida coloreando cómics de Mortadelo y el Capitán Trueno, pero Rubén Larrea sólo aparece en internet como un DJ de techno y acid especializado en vinilos. ¿Es la misma persona que de lunes a viernes se mueve entre las páginas del Botones Sacarino, el profesor Tragacanto y Pafman?


Rubén Larrea (Barcelona, 1977) lleva casi 20 años dándole color a Mortadelo y Filemón, sin contar que también se dedica a restaurar los cómics de Bruguera. La venta de Ediciones B a Penguin del año pasado prometía cambios, y los hemos empezado a ver: su nombre aparece en los cómics de Bruguera que colorea. Gracias a esta pista nos hemos podido poner en contacto con él para charlar sobre su trabajo y otros temas.

PABLO VICENTE (PV): ¿Cómo empezaste a colorear?

RUBÉN LARREA (RL): La cosa me viene de familia. Mi padre, Justo Larrea, trabajaba en el departamento de artes gráficas de Bruguera.

PV: ¿Era colorista?

RL: Ha coloreado mucho cómic, pero porque se llevaba el trabajo a casa. Lo hacía porque quería. Antes de que cerrase Bruguera, creo que en la segunda regulación que hicieron de despidos, él lo dejó y montó una fotomecánica con unos compañeros. Cuando nació Ediciones B, como conocía a la gente que entró a trabajar allí, consiguió la faena. Desde 1986 hasta que yo cerré la empresa, Contact Graf hizo todo lo que era cómic de Ediciones B. Cualquier cosa que haya salido en Ediciones B de cómic se hacía en la fotomecánica de mi padre. Lo único que no se hacía era alguna cosa de los Simpson, que venía de Estados Unidos y lo hacían en otro lado, pero poca cosa más

Antes y después del coloreado.

Yo empecé en 1993, cuando tenía 16 años. Mi padre me compró un ordenador, uno de los primeros ordenadores, para colorear cómics en casa. En 1999 entré a trabajar en la empresa de mi padre. Él se jubiló hace 4 años y yo me quedé a cargo de la empresa. Hace 2 años la cerré porque el modelo de negocio no era acorde con tener una sociedad y me hice autónomo. Hay mucho menos trabajo que hace diez o quince años. Ahora lo hacemos mi chica, Marianna Rovere, y yo.

PV: Tu padre empezaría muy joven.

RL: Empezó con 14 años en Bruguera. Era un niño. Se fue con 36 o así.

PV: Imagino que sería como el resto de trabajadores, ¿no? Gente del barrio…

RL: Era todo gente del barrio. Trabajaban ahí. Era como un colegio [Risas] porque eran todo chavales.

PV: Claro, con el comedor, el club social con campo de baloncesto…

RL: Era de todo. Hacían Reyes, tenían revista interna, tenían sindicato… Tenían de todo.

PV: Bruguera machacaba mucho, pero tenía estos buenos gestos.

RL: Sobre todo exprimía a los dibujantes, por hablar con claridad. No sé si machacaba mucho a los trabajadores, creo que ellos tenían buenas condiciones. A los dibujantes el dueño de Bruguera les hacía dar lo máximo que podían, porque en realidad esa era la clave del éxito: que hubiera muchas publicaciones.

Una de las primeras páginas del integral de 13 rúe del Percebe.

PV: Querían inundar el mercado.

RL: Por ejemplo, cuando un dibujante creaba un personaje, ese personaje lo dibujaba un montón de personas aparte del que lo había creado. El problema ahora es saber qué ha dibujado el autor original y qué no. Lo digo por cuando se hacen los integrales. Por ejemplo, con el 13 rúe del Percebe la editorial quería hacerlo sólo con las páginas que había dibujado Ibáñez, pero había casi tantas otras páginas dibujadas por otros dibujantes. Lo difícil fue saber cuáles eran las suyas.

Por eso se tira mucho de coleccionistas. La editorial también tiene colaboradores o contacto con coleccionistas que están muy al tanto de todo lo que ha salido, de todo lo que se ha hecho, de qué autor es esto, dónde salió, si salió reimpreso… También hay expertos. Antoni Guiral es una eminencia. Cuando le preguntas cualquier cosa, él lo sabe.

PV: ¿Qué has estado haciendo hasta hace poco en Ediciones B, y qué haces en Brugera ahora mismo?

RL: Pues ahora queda poca cosa… Como hace un año y medio Random compró Ediciones B, y es una empresa mucho más potente, todas las cosas que consisten en usar materiales antiguos, maquetar y nuevas ediciones lo hacen todo ellos. Antes lo hacíamos todo nosotros. Por eso la empresa cada vez fue teniendo menos personas y menos trabajo.

Hago el Mortadelo y lo que me encarguen. Desde que yo entré en 1999, se han hecho siempre tres novedades de Mortadelo al año. Ibáñez llegó a hacer seis cuando era más joven. Siempre novedades y en esta periodicidad. Las portadas también las coloreamos nosotros. También se han ido sacando reediciones escaneadas. He escaneado miles y miles de páginas antiguas para sacarlas de nuevo, porque se habían perdido los fotolitos o porque no se encontraban. Se cogía el impreso y se escaneaba directamente.

He hecho todos los integrales que han ido saliendo, todos estos del 13 rúe, el del TBO, Rompetechos Todos estos los hice yo. Aparte de colorear, sobre todo estoy especializado en restauración de cómic antiguo. Si me dan un cómic de los sesenta, yo escaneo, recupero un poco el negro y, según quiera la editorial, se colorea de nuevo o se usa el color antiguo. Técnicamente se hacen algunas cosas más, como poner el texto al negro, para que si se mueve la pintura el texto se vea bien, o cosas así. También hice Esther y su mundo en Ediciones B.

Página de Esther y su mundo en Ediciones B



PV: Lo había sacado antes Glénat, ¿no?

RL: Bueno, y antes había salido en Bruguera, pero era otra edición, la edición censurada. Glénat sacó su edición a partir de los cómics no censurados, y Ediciones B también, pero con otro coloreado.

Todo el Trueno color también se ha hecho en Contact Graf y luego lo he seguido haciendo yo. El siguiente tomo debería salir en febrero. La edición apaisada, la de los cuadernillos de 16 páginas, ya se restauró, ya ha salido íntegra. La última edición es la que está más pulida, porque te puedes tirar una vida arreglándola. Para Trueno color se montan dos páginas, una arriba y otra abajo, y se convierten en una.

PV: Es decir, que es muy diferente de la anterior edición del Capitán Trueno en color, Trueno color (1969-1975). Aquella estaba construida a partir de viñetas recortadas, para ajustarlo a un formato de 16 páginas verticales y también evitar problemas con la censura. Fue lo primero que reeditó Ediciones B, El Capitán Trueno: colección histórica (1987-1989). Censuraban espadas, abrazos…

RL: Hay un libro de Ediciones B que habla de eso, Tebeos mutilados, de Vicent Sanchis. Les quitaban las espadas a los malos porque les parecía violento y al borrarlas se quedaban con el puño levantado.  Era más comunista este gesto que no una espada. La censura es así de rara.

PV: Cuesta imaginarse que el restaurador del Capitán Trueno pinche música en discotecas de Barcelona.

RL: Es mi afición. Me gusta la música, colecciono discos… Nunca me he atrevido a poner muchas cosas en internet de lo que hago y tal, porque como hay derechos editoriales… Siempre puedes poner algo que aún no ha salido y te puedes equivocar. Todo lo que hay en internet sobre mí es mi actividad en la música, más que el cómic.


PV: ¿Qué feedback recibes de la editorial o de los autores?

RL: Ibáñez da pocas directrices. Como mucho a veces te marca algo o a lo mejor en el guión ya plantea algún color. Por lo demás, los personajes llevan un color fijo y el resto lo hacemos a nuestra libre elección.

PV: ¿No os saca la editorial alguna pega?

RL: No.

PV: ¡Eso es libertad creativa!

RL: Sí, bueno, está bien. Pero es que, por ejemplo, cuando empezó Ediciones B, la gente que trabajaba en Contact Graf sabía mucho más del tema que los que acababan de comprar los derechos. No sabían ni lo que tenían. En Contact Graf eran mucho más conscientes de todo lo que había en el archivo de Bruguera.

PV: Porque eran antiguos trabajadores.

RL: Todos. Te hablo de que a lo mejor en 1990 en la empresa había casi treinta personas. Había mucha faena y de muchas otras cosas, pero claro, ya sabes que el papel cada vez va a menos.


Una comparación entre la edición a color de 1969 y la actual. En la edición de 1969 se añadían dibujos en los márgenes de las viñetas y se eliminaban viñetas con «excesiva» violencia, como la última de esta página.

PV: Lo digital no despega, y el papel baja.

RL: Yo he vivido todo el cambio del sector. Antes, las artes gráficas eran un oficio. Ya ni eso, ¿sabes? El fotolito y como se hacía antiguamente han desaparecido. Ahora, con un ordenador abres directamente el PDF. Esto te lo enseñan a hacer en cualquier lado. Antes había que hacer los cuatro colores, revelar… Era una movida todo. Hacer un cómic era complicado, era un faenón que no veas.

PV: ¿Cómo se coloreaba antes?

RL: Es un poco difícil de explicar si no lo has visto… Por cada color se daban tres porcentajes a las tres tintas, amarillo, rosa y azul. El negro era fijo, siempre iba al 100 %. En una página coloreabas en opaco sólo lo que iba al 30% de amarillo, luego en otra lo que iba al 70%, y en otra lo que iba al 100%. Si era una de 30 % le ponías una trama de 30 % y lo convertías en una película. Salían un montón de películas que luego se iban juntando para que al final te quedaran sólo tres películas, los fotolitos, cada una con un color, en las que había zonas de diferentes tramas.

No era tan visible como parece. Todo lo veías como en blanco y negro. Por eso había veces que una cosa que tenía que ser roja salía amarilla, por ejemplo.

PV: Me sorprende que el color no se saliese del borde. Ves luego aquellas revistas impresas y están muy terminadas. No da la sensación de que sea algo tan manual.

RL: Bueno, había niveles. Había veces que coloreaban bien y otras que no tan bien, porque es que salía una producción… No sé cuántos tebeos hacían a la vez y con prisas. Iban a saco.

Una de las páginas restauradas de Los grandes inventos del TBO.

PV: ¿Y qué herramientas usas ahora?

RL: Uso Photoshop y coloreamos con Wacoms.

PV: ¿Cómo es el proceso?

RL: Me llega el dibujo con la tinta hecha, y por otro lado me llega el guion.

PV: ¿El guion a ordenador o a máquina de escribir?

RL: Es a máquina, lo teclea Ibáñez. Yo lo que hago es escanear las páginas de dibujo y le paso el guion a la que pica los textos, es una chica. Ya escaneada la imagen, la coloreamos. Cuando está todo, se maqueta, la chica me envía los textos y yo cierro todo el trabajo. Hago unas cosas de color, se las doy a la editorial y saco un PDF que le entrego a la editorial.

PV: Es decir, ¿la maquetación también es tuya?

RL: Sí, yo hago el producto final que llega a la imprenta.

PV: ¿Te toca limpiar el dibujo a lápiz del original o está bastante limpio? Quiero decir, ¿quedan restos del dibujo a lápiz después de que lo hayan borrado?

RL: Sí que se nota el lápiz, se nota un montón. Es un faenón quitar el lápiz. Esto es complicado, porque el escáner graba todo. Si quieres que no grabe los restos de lápiz a lo mejor pierdes líneas muy finitas. Tengo que hacer una mezcla para que se vea todo bien, y luego ya con Photoshop lo limpio. Tengo la opción de borrarlo con la goma, pero según qué rotuladores, si borro muy fuerte me lo llevo todo por delante.

PV: Escaneas los originales y los devuelves.

RL: Sí, sí, a mí me llegan los originales y los devuelvo rápidamente. Desde que empezó Ediciones B, todos los originales se los queda Ibáñez. Ediciones B no quiere saber nada de ellos. La Bruguera, como eran suyos, como si dijéramos, se los quedaba todos. Luego hubo todos esos problemas, los originales volaron, se los llevaban a manojos los últimos trabajadores que quedaron.

Uno de los últimos álbumes coloreados por Rubén Larrea.

PV: Entre los que se llevaron y los que se destrozaron por no cuidarlos…

RL: Y los que se destruyeron, ¿eh? Porque no se les daba el valor que tienen o que pueden tener. A la basura habrán ido… ¡buah! Los dibujantes estaban currando allí todo el día, habría miles de originales en Bruguera.

PV: Si se conservasen, ¿te habrían facilitado el trabajo de restauración?

RL: Sí, pero de todas maneras, de todo lo que salió de Bruguera se guardan archivos, no de originales sino de impresos. A partir del impreso, si es una primera edición, se puede sacar algo con mucha calidad. Si un tebeo ya se ha escaneado y luego lo vuelves a escanear, vas perdiendo, pero si es de la primera edición sale bastante decente. A veces es más fácil restaurar a partir de revistas, porque los originales están muy manchados, muy pintados, se escribía directamente en los originales… Nadie los trataba como lo que son: un tesoro.

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