[Cien años de TBO] Cuando el ‘TBO’ se transformó en el neotebeo


Las empresas Bruguera y TBO fueron competencia durante décadas. El día que la primera compró a la segunda, nadie podía imaginarse que la nueva época de TBO no parecería hija de ninguna de las dos. La criatura había salido a “papá”: en los años del boom del cómic adulto, Bruguera publicó un TBO muy diferente al clásico. El humor blanco y familiar fue sido sustituido por el vanguardismo y la línea clara.


En su último año de vida, la Editorial Bruguera intentó a la desesperada superar la crisis que vivía desde hacía cuatro años. Fue por fin en ese año, en 1986, cuando se atrevió a romper sus criterios tradicionales lanzando tres nuevas revistas editadas por equipos externos, Monstruos & Co (1986), Más madera! (1986), y TBO (1986), dirigidas a lectores jóvenes, adolescentes y adultos respectivamente. Pero un momento… ¿el TBO como cómic «adulto»?

TBO había sido vendida a Bruguera, su eterna competidora, en 1983, pero tardó varios años en usar ese logo o sus contenidos. O más bien ni siquiera eso, porque en realidad fue el editor Joan Navarro el que trabajó con ese material desde su propia editorial, Complot. Durante los siete números que duró el nuevo TBO, Navarro se lo planteó como una revista adulta como Makoki (1982-1984), El víbora (1979-2004), etcétera, que combinase, en sus propias palabras, «la inteligencia, el humor y la aventura».

Portada del número 1 de TBO.

El lector de cómics actual seguramente reconoce los nombres de Max, Gallardo, Sento, Micharmut, Pere Joan… Es un lujo del que no disfrutan la mayoría de series que crearon para esta publicación: el ángel y el demonio Balín y Balán, el periodista Perico Carambola, el thriller Los fabricantes de las estrellas o la historieta surrealista Bajo cero. Con las series de cómic internacional pasa lo mismo. Casi nadie conoce actualmente al aventurero Cóndor (1984-1998), de Autheman y Rousseau, o al perro intelectual Kador (1978-1982), de Binet. La excepción a esta norma serían las geniales páginas del locuaz Aquiles Talón (1963), de Greg.

Portada del tercer TBO de Bruguera.

Por su parte, los lectores de esta revista que sólo estuviesen interesados en el TBO clásico tuvieron que conformarse con las reediciones de páginas sueltas de Los grandes inventos del TBO (1943), La familia Ulises (1943) y especialmente los dibujos de Josep Coll.

Neotebeos desde el Cairo

Comic de Micharmut para TBO.

El TBO publicado por Bruguera suponía una ruptura con la histórica revista. Sin embargo, los que lo estaban sacando adelante se definían como sus herederos. Tanto cuando dirigía los primeros 30 números de la revista Cairo (1981-1991), subtitulada El neotebeo, como después con la más breve Complot! (1985), el editor Joan Navarro fomentaba un cómic de vanguardia respetuoso con la historia del medio, incluso en la forma de llamarlo. En una época en la que lo moderno era hablar de «cómics», Navarro era de los que se refería sin vergüenza a ellos como «tebeos».

Comic de Max para TBO.

Las conexiones entre Joan Navarro y TBO empezaron unos años antes, cuando éste acogió a Josep Coll entre las páginas de Cairo. Desde esa posición le reivindicó como precursor de la «línea clara» en España, un tipo de cómic que se asocia con trazos de grosor continuo, contornos definidos, planificación cinematográfica de las viñetas, coherencia argumental… En general, todo aquello que caracterizaba al Tintín (1929-1986) de Hergé, el pionero y principal modelo a imitar de este estilo.

Comic de Pere Joan para TBO.

Esta forma de entender el cómic tenía sus detractores. Frente a la línea clara que abrazaba la aventura y los referentes juveniles como Tintín, un conjunto de intelectuales firmó en 1983 un manifiesto (bajo el pomposo título Ante un conato de degradación del significado cultural del cómic) para denunciar la infantilización que estaban viviendo los cómics de esos años. Da la sensación de que durante el breve boom del cómic adulto a algunos les parecía imposible que un cómic infantil pudiese ser reivindicado, o incluso que tuviese segundas lecturas más adultas.

Comic de Sento para TBO.

«Yo tengo un mal recuerdo de esta época, porque cuando empezó a publicarse empezaron los problemas», explicaba Joan Navarro. A pesar de que la editorial Bruguera había intentado atraer a lectores diferentes con nuevas propuestas como ésta, su quiebra, y por tanto la cancelación de este TBO, eran inevitables. Pasados los años, cuando Ediciones B se convirtió en la dueña de esta marca, relanzó la revista recuperando el humor familiar y para todas las edades («incluida la de piedra», como aclaraba el subtítulo). Los años del «boom del cómic adulto», o «falso boom del cómic», pertenecían al pasado.

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