30 años de Sandman, el superhéroe de los sueños



En enero de 2019 celebramos el 30º aniversario de la publicación del primer cómic de The Sandman (1989-1996) en el sello Vertigo. Sin embargo, este agosto DC Comics va a empezar a publicar cuatro nuevas series que expandirán el universo que nació de esta colección. Revisamos la historia del emblemático personaje creado por Neil Gaiman.


Los títulos anunciados son House of whispers, Books of magic, The Dreaming y Lucifer. Puede parecer que no es importante, pero el desfase de seis meses entre las dos fechas dice mucho más de lo que parece: la edición en grapa va a ser sólo la prepublicación de lo que verdaderamente importa, es decir, los tomos recopilatorios, que llegarán a las estanterías a punto para el aniversario.

Con Sandman suele haber una curiosa confusión acerca de si se trata o no de un superhéroe. Este personaje es uno de los siete Eternos, seres casi divinos con poder en aquello que les da nombre: Destino, Muerte, Sueño, Destrucción, Deseo, Desespero y Delirio. Esta colección está protagonizada por el más temible de ellos, Sueño (también conocido como Sandman, Morfeo, Oneiros…), al que acompañamos en su evolución hacia una naturaleza más amable. Al menos bajo esta descripción es cierto que no parece el clásico superhéroe.

Las nuevas colecciones de Sandman.

Por lo general se podría englobar como superhéroes a todos los personajes que utilizan un «nombre de guerra», tienen una ropa o apariencia extravagantes, habilidades extraordinarias y cuyas historias tratan esencialmente sobre el conflicto entre el Bien y el Mal. Esa podría ser una definición purista en la que también encajaría Sandman, pero podemos ir a detalles más tontorrones. Por ejemplo, que Morfeo también tiene una capa y una máscara, que forma parte de algo parecido a un supergrupo (los Eternos), tiene super-mascotas, sidekicks e incluso su propia Fortaleza de la Soledad. Por tener, incluso tiene esa aliteración en los nombres que tanto llama la atención en el cómic de superhéroes. Si en otros sitios tenemos a Lois Lane, Lex Luthor, Billy Batson o Peter Parker, en este caso los nombres de los Eternos empiezan en inglés por la misma letra: Destiny, Death, Dream, Destruction, Desire, Despair y Delirium. Incluso el primer villano de la colección, el Doctor Destiny, sigue este juego.

Los Eternos.

Tal vez no parece un superhéroe por varias decisiones que tomó Neil Gaiman a la hora de escribir sus historias. Evitaba mencionar a los personajes por su nombre superheroico, hasta el punto de que Morfeo estalla en carcajadas cuando un personaje se le presenta de esta manera. Tampoco incluía «notas al pie» (es decir, cuadros de texto) para señalar los cómics a los que hacía referencia, a pesar de que era uno de los guionistas más fieles a la continuidad de DC. Esto sumado a que huía de las tramas habituales del cómic de superhéroes y que metía un gran número de referencias culturales de todo tipo (música, literatura, mitología…) ayudaron a crear esta sensación.

De todos modos, no es correcto quedarse sólo con Gaiman para explicar qué hacía tan diferente a esta colección. Junto a él, los autores más regulares de estos cómics fueron Dave McKean y Todd Klein. El primero ilustró todas las portadas con fotografías y fotomontajes oníricos en los que en ningún momento salía la cara del protagonista, o al menos no claramente, al contrario de lo que es habitual en cualquier otra colección. Por su parte, Todd Klein es uno de los rotulistas más reconocidos de la industria americana. En estas historietas era el responsable de toda la experimentación que había en los tipos de letras y bocadillos diferentes con los que se expresa cada personaje.

Hay que recordar que cuando se empezaron a publicar los cómics de Sandman no existía la posibilidad de contar historias separadas de la continuidad de DC. Sandman se desarrollaba como cualquier colección del momento, utilizando las conexiones con el resto de revistas como un reclamo para atraer lectores y también como un recurso para darle trasfondo a los personajes. En realidad, estaba tan profundamente conectado con el universo de DC que es sorprendente que siga gustando a un público que ha leído nada o poco más de este universo. Quizá sea una pista de que estaba bien escrito.

El material con el que están hechos los sueños

«Él controla tus sueños». Publicidad en las revistas de DC de alrededor de noviembre de 1988

La carrera de Neil Gaiman en DC tiene su origen, como la de muchos otros guionistas británicos de la época, en el éxito de Alan Moore con la colección de la Cosa del Pantano, Swamp Thing #20-64 (1984-1987), que dio una relevancia artística y comercial al personaje que no había alcanzado hasta ese momento. Tras él llegaron Grant Morrison, Jaime Delano, Peter Milligan… y claro, Neil Gaiman. En un principio se le dio a este grupo un encargo similar al que había recibido Moore, resucitar viejos personajes de DC olvidados, como Animal Man, la Patrulla Condenada, Shade el hombre cambiante, Kid Eternity… En el caso de Gaiman, él y el ilustrador Dave McKean habían colaborado para contar el origen de la misteriosa superheroína Orquídea Negra en una miniserie de 3 números, Black Orchid (1988). El resultado fue tan satisfactorio que la editora Karen Berger les dio luz verde para empezar otra colección.

Orquídea Negra, antes y después de Gaiman/McKean.

Gaiman le propuso entonces diferentes personajes que quería reinventar: el Fantasma Errante, Demon, Green Arrow… Los dos últimos no estaban libres, y el primero acababa de aparecer en una miniserie dibujada por Mike Mignola, por lo que Gaiman tuvo que conformarse con el siguiente de la lista, el segundo Sandman, es decir, el de la colección The Sandman (1974) creada por los míticos Joe Simon y Jack Kirby. Un superhéroe al que, por cierto, Gaiman quería haber incluido en Black Orchid. Karen Berger le puso sólo una condición: conservarían el nombre, pero todo lo demás tenía que ser nuevo.

Las influencias de la creación del Sandman de Vertigo son bastantes y muy conocidas, así que vamos a destacar sólo las que están relacionadas con los cómics de superhéroes. Por ejemplo, que la premisa de la colección (un ser que vive en el mundo de los sueños) se la propuso un tiempo antes a George R. R. Martin para su antología de novelas de superhéroes, Wildcards (1987-actualidad), muchísimo antes de que Martin alcanzase la fama mundial contando las luchas de poder en Poniente. Una propuesta que, por cierto, tampoco era muy original porque ya decimos que se basaba en el Sandman de Jack Kirby, pero también en Pesadilla, el enemigo del Doctor Extraño creado por Steve Ditko. Incluso yendo un poco más lejos, es innegable que el diseño visual de Morfeo recuerda al de este villano.

Pesadilla y Morfeo, dos personajes mágicos con mucho en común.

No lo creo, pero es posible que el parecido fuese una casualidad. Da la sensación de que, en un principio, el Morfeo del primer número tiene el pelo largo y desaliñado y es extremadamente pálido porque había estado encerrado durante setenta años en el sótano del hechicero Roderick Burgess, que en realidad quería haber capturado a la hermana de Sueño, a Muerte. Esta trama recuerda al cómic The Phantom Stranger #14 (1971), en el que otro hechicero con un nombre parecido, Broderick Rune, capturaba al Fantasma Errante dentro un círculo mágico. Hay más parecidos, como que el villano también tiene miedo a la muerte y que el héroe se aparecía en el mundo de los sueños. Tal vez Gaiman leyó esta historia y tal vez no.

El Fantasma Errante y Sandman cayeron en trampas similares.

Habría que decir que, más que reinventar a un superhéroe atípico, Gaiman lo construyó a partir de elementos preexistentes en el universo DC. Después de que Morfeo se hubiese liberado de la prisión de Roderick Burgess se dedicó a buscar sus tres elementos de poder, es decir, un saquito de arena, un yelmo y un talismán, que estaban conectados con otros personajes oníricos de los cómics de DC: la arena del segundo Sandman (Garrett Sanford), el yelmo con forma de la máscara antigás del primero (Wesley Dodds) y el talismán del Doctor Destiny, un villano de los primeros años de la Liga de la Justicia.

Estos dos mencionados no fueron los únicos Sandman del universo DC, pero ya volveremos a ellos más tarde. De momento lo que importa es que uno de los primeros movimientos de Neil Gaiman fue conectarlos a todos ellos como versiones inspiradas en el que él definió como Sandman original, es decir, en Morfeo. Mientras permanecía atrapado en el sótano de Roderick Burgess, Morfeo utilizó su influencia en los sueños de Wesley Dodds para animarle a utilizar una pistola somnífera y una máscara antigás para luchar contra el crimen.

Wesley Dodds y Morfeo, ¿quién imita a quién?

A Gaiman se lo habían puesto a huevo en este detalle: aunque Sandman/Wesley Dodds había sido creado en 1939, su origen se había explicado por primera vez sólo dos años antes en Secret Origins #7 (1986), en el que se mencionaba que los sueños le habían inspirado para actuar como un vigilante enmascarado. Gaiman estaba reescribiendo la continuidad, pero sin contradecirla. Para los lectores, el yelmo de Morfeo recordaba a la máscara de gas de Wesley Dodds, pero dentro de los cómics era Wesley Dodds el que estaba copiando a Sandman.

Los caminos de Dodds y Morfeo se cruzaron tres veces más, de las cuales la primera es la más peculiar. Un tiempo antes, el veterano guionista Roy Thomas había tenido que escribir en Last days of the Justice Society (1986) el final de la colección de la Sociedad de la Justicia de América, un grupo de superhéroes de la Segunda Guerra Mundial de una Tierra alternativa al que pertenecía este primer Sandman. Es un cómic redondo, un final en el que Thomas terminó sus aventuras, pero sin matar a estos personajes. En su lugar, los atrapó en el limbo, en una lucha eterna en un Ragnarok liderado por Adolf Hitler, que estaba armado con la Lanza de Longinos. Es decir, no volverían a aparecer en más cómics de DC, pero seguirían protegiendo al mundo de la destrucción durante toda la eternidad. En la saga Estación de nieblas Gaiman reveló que este limbo realmente era una dimensión abstracta creada por el dios Odín para poder investigar cómo sería el Ragnarok que tanto le obsesionaba. En él vio aparecer una fracción del alma de Morfeo, este Sandman/Wesley Dodds, que el señor de los dioses nórdicos utilizó para chantajear a Morfeo.

El limbo del Ragnarok según Last days of the Justice Society y según Sandman.

Poco después DC sacó al mercado una nueva colección centrada en las aventuras originales de este Sandman ambientadas en los años cuarenta, Sandman mystery theatre (1993-1999). En un especial titulado Sandman midnight theatre (1995) y escrito a cuatro manos entre los guionistas de estas dos colecciones se explicó cómo fue su primer encuentro en persona. «Hay parte de mí en ti. Pobre criatura. No debe de ser fácil ser tú», le dice Morfeo antes de borrarle parcialmente la memoria. Y digo «parcialmente», porque cuando este personaje vuelve a aparecer en los últimos números de The Sandman no recuerda haber hablado con él. ¿Cómo es que Dodds se liberó del Ragnarok y volvió al universo DC? No creo que a todos los lectores de Sandman de la época les preocupase este detalle, pero se había explicado en la miniserie Armageddon: Inferno (1992).

Doctor Destiny, un poco más pachucho en Sandman.

Respecto al Doctor Destiny, se trataba de un villano muy interesante pero que sólo había aparecido en ocho cómics durante sus 28 años de existencia. En The Sandman #5, el personaje mencionaba de pasada dos de sus crímenes más conocidos: cuando alteró la gravedad en su primera aparición (Justice League of America #5, 1961) y cuando cambió las caras de algunos superhéroes por las de sus villanos (Justice League of America #61, 1968).

En un principio, el Doctor Destiny era un genio criminal que había conseguido fabricar un aparato electrónico al que bautizó como Materiopticon, con el que podía materializar los sueños. Después de ser derrotado por la Liga, descubría que podía hacer lo mismo con un Materioptikon que había fabricado mientras soñaba, dentro de la dimensión de los sueños. Por este motivo, la Liga contrató a un psiquiatra que, mediante hipnosis, evitó que Destiny volviese a soñar alguna vez. En su siguiente aparición, diez años después (Justice League of America #154, 1978), el guionista Gerry Conway reveló que este villano se había convertido en un ser cadavérico, como un esqueleto andante, por la privación de descanso a la que le habían condenado los héroes. Gaiman mantuvo esta transformación, pero reescribió el origen de sus poderes: nunca había construido máquinas que controlaban los sueños, sino que el talismán brillante que llevaba al cuello lo había heredado de su madre, que a su vez se lo había arrebatado a Morfeo.

Los cuentacuentos

Caín y Abel antes de ser reinterpretados por Moore y Gaiman.

No sólo el protagonista de esta nueva colección estaba conectado a la tradición de DC, sino que su propio reino, el Sueño, estaba habitado por personajes que Gaiman había recuperado de las colecciones de los cómics de terror de la editorial, como House of mystery (1951-1983), House of secrets (1956-1966) y bastantes más. Se trataba de los hosts, los anfitriones, un recurso narrativo que imitaba a los cómics de terror de EC, como Tales from the crypt (1950-1955) o The vault of horror (1950-1955). Estos personajes regulares eran los que se dirigían al lector para contarles las historias de terror que contenía cada revista. Tal vez la diferencia que definió a los host de DC es que llegaron a tener más protagonismo.

Se trataba de personajes como Caín y Abel, creados en House of mystery #175 (1968) y DC special #4 (1969) respectivamente, y basados físicamente, por cierto, en el guionista Len Wein y en el editor Mark Hanerfeld. El primer personaje era un narrador dado al sarcasmo y el segundo, inseguro y tartamudo. Los autores de Sandman demostraron su conocimiento sobre ellos con detalles como recuperar también a la mascota gárgola de Caín, Gregory, una viñeta con el homenaje a la portada del House of secrets #103 (1972), o que Abel llamase Goldie a su cría de gárgola, en referencia al amigo imaginario al que se dirigía en los primeros cómics en los que apareció.

Eva y la Mad Mod Witch, terroríficas.

Junto a ellos dos, Gaiman se quedó también con otros hosts, como Eva (creada en Secrets of sinister house #6, 1972), que en Sandman ya no estaba acompañada por su cuervo Edgar Allan (un guiño fácil), sino por el cuervo Matthew. En las revistas originales su gracia estaba en que era un vejestorio, pero Gaiman le dio el poder de rejuvenecer. También estaba Lucien (creado en Tales of the ghost castle #1, 1975), convertido aquí en el guardián de una biblioteca infinita con libros que sólo existían en la imaginación. O también la Mad Mod Witch (o «la Cosa de Moda»), creada en The unexpected #108 (1968), con un papel muy secundario dentro de Sandman, pero siempre reconocible por su parche en el ojo.

Estos personajes relativamente secundarios se recuperaron junto a otros que fueron fundamentales para las tramas de Sandman. Era el caso del más anciano de los Eternos, Destino, que apareció originalmente en Weird Mystery Tales #1 (1972) y fue creado por Marv Wolfman y Bernie Wrightson. De entre todos los hosts destaco a los creadores de éste porque su guionista lo sacó también en otros cómics que escribió en las colecciones de Superman y los Teen Titans. También destacan las tres brujas de la colección The witching hour (1969-1978), que Gaiman presentó como seres mitológicos equivalentes a las tríos como las Moiras, las Furias, las Gracias o las Nornas.

Destino y las tres brujas.

O lo que es lo mismo: el día que estrenen la película de Sandman, en la sección «Basado en los personajes creados por: …» el nombre de Neil Gaiman va a tener mucha compañía.

Cosas en el pantano

Gaiman acabó escribiendo en DC gracias a Alan Moore, y a cada número de Sandman sus deudas con él fueron aumentando. No lo digo porque Gaiman fuese un mal escritor, sino porque Moore había hecho tan suyo el género de terror dentro de esta editorial que cualquier guionista que quisiese continuar por ese camino tenía que haberse leído los cómics de la Cosa del Pantano. Pensemos sólo en el arranque de las dos etapas: el protagonista atraviesa un proceso de reconstrucción que termina con el enfrentamiento contra un villano que representa su lado oscuro, un villano que es también otro personaje olvidado de DC reinterpretado de una manera más compleja. En el caso de la Cosa del Pantano se trataba del Hombre Florónico, y en Sandman, del Doctor Destiny. O pensemos también en que en los dos casos el personaje principal baja a los infiernos persiguiendo algo que le han quitado.

Bissette y Totleben hicieron terrorífico al Demon de Kirby.

El propio Alan Moore había pasado por lo mismo. También él había tenido que investigar el género de terror dentro de la tradición de DC para utilizarlo como punto de partida de sus cómics. Algunos de los personajes que él había reinventado fueron por ejemplo los mencionados Caín y Abel, que en Swamp Thing #33 (1985) aparecieron convertidos en una pareja cómica de asesino y víctima eternos. También estaba Etrigan, un demonio creado por Jack Kirby (The Demon #1-16, 1972-1974) que Moore y los dibujantes Stephen Bissette y John Totleben reinventaron con un aspecto más demoníaco.

La aportación de Gaiman a este personaje fueron sus frases rimadas. La idea la había propuesto el guionista Len Wein para el cómic DC Comics Presents #66 (1984), y Moore decidió mantenerla. Es más, incluso llegó a justificarla de pasada insinuando que se trataba de una cualidad relacionada con la jerarquía en el Infierno (Swamp Thing annual #2, 1985). Lo que Gaiman añadió fueron unos versos con métricas mucho más elaboradas, un esfuerzo que él mismo llegó a ridiculizar. Imagino que cuando Lucifer decía en el The Sandman #23 que la complejidad de estas rimas era una moda pasajera, Gaiman estaba dando permiso a otros guionistas y a sí mismo para escribir en adelante los versos que les diesen la gana.

Uno de los cameos de Sandman en otras colecciones de DC, en Swamp Thing #84.

La presencia más constante del trabajo de Alan Moore era el cuervo de Eva y de Morfeo, Matthew, que en realidad era la reencarnación de Matt Cable, el ex marido muerto de la novia de la Cosa del Pantano. Esta transformación se explicó en Swamp Thing #84 (1989), mientras que en Sandman Gaiman sólo fue soltando pequeños guiños que seguramente más de un lector se perdió. Dispersos aquí y allá, aparecían los comentarios de Matthew en los que se lamentaba de haber hecho cosas horribles «al final» y de su pacto con el infierno, en los que recordaba haber tenido alucinaciones con insectos y en los que explicaba que tenía miedo a los hospitales. Todo son referencias a su vida anterior, en la que, poco antes de caer en coma por un accidente de tráfico, había hecho un pacto con el diabólico Arcane, que se le apareció transformado durante unas viñetas en una mosca gigante.

Mi referencia favorita, por lo sutil, aparece casi al final de la colección. En The Sandman #71 (1995) Matthew explica que dejó de beber de la manera más difícil, en referencia a su accidente con unas copas de más. Lucien le responde: «La noche puede hacer que un hombre sea más valiente… pero no que esté más sobrio». Esa frase era la que Moore había puesto en los cuadros de texto de Swamp Thing #26 (1984) durante el choque al volante de Matt Cable.

«Who watches the w…?»

Más obvios son los guiños que Gaiman le dedica en The Sandman #12 (1990), especialmente porque no están integrados en la trama. En las pantallas podemos ver al Juez Dredd y al Joker, pero también el smiley con una gota de sangre del Comediante. Unas páginas después, en la pared de un callejón aparece una pintada con un «Who watches the watchmen?», al estilo de las que aparecían en Watchmen (1986-1987). También en el The Sandman #54, en la Tierra alternativa de Prez, aparece un smiley con una gota de sangre.

Y hay, por supuesto, otros pequeños detalles que podrían estar influidos directamente por los cómics escritos por Alan Moore, o tal vez sea yo el que esté predispuesto a verlo así. Pienso en cómo el Corintio me recuerda a la portada de Swamp Thing #61 (1987), o también que la forma con la que Morfeo derrota a Doctor Destiny y al demonio Azazel me recuerdan a la forma de presentar al Espectro en el Swamp Thing annual #2.

Lo que sucedió en Newcastle

El primer superhéroe que Alan Moore había creado en DC era tan atípico como el Morfeo de Neil Gaiman. El mago John Constantine, un hechicero contemporáneo, británico, de gabardina y corbata pero desaliñado y fumador, era en un principio sólo un favor para los dibujantes de Swamp Thing, que querían trabajar con un personaje que se pareciese a Sting (por aquel entonces, recién separado de The Police). Constantine funcionó tan bien que pronto tuvo su propia colección regular, Hellblazer (1988-2013), escrita por el también británico Jaime Delano, un guionista que había nacido en el mismo Northampton que su amigo Alan Moore.

Preparados para su buddy movie.

Se ve que a Gaiman le gustaba el trabajo de Moore y Delano, y también se nota que sentía cariño por Constantine. O más que cariño, un interés por demostrar conocimiento y respeto hacia el trabajo de sus dos compañeros. Después de haber recuperado a los hosts en The Sandman #2, Gaiman escribió en el siguiente número un cruce con Hellblazer de lo más completo. Se fijó en Silk Cut, la marca favorita de tabaco de este mago, y presentó a la loca Hettie y al taxista Chas con unas dinámicas de personajes muy similares a las de su colección. También incluyó referencias a sus apariciones en Swamp Thing en los archivos de Constantine, e incluso mencionó su pasado como vocalista en Membrana Mucosa (porque el Rupert Giles de Buffy Cazavampiros -1997-2003- no es el único mago británico con una juventud punki).

Las únicas páginas de este número en las que el lector siente que necesita más información son las últimas, cuando se hace referencia al suceso de Newcastle. Por no destripar demasiado, lo que pasó allí se explicó con detalle en Hellblazer #11 (1988), pero ya había sido adelantado en la colección de la Cosa del Pantano, en Swamp Thing #46 (1986).

En otros números Gaiman soltó algún que otro detalle relacionado con esta colección, como la estructura del Triunvirato que gobernaba el Infierno, o los demonios Agonía y Éxtasis, sacados de Hellblazer #12 (1988). Pero más importante que esto fue la creación de Lady Johana Constantine, una de sus antepasadas, a la que Morfeo le encargó la protección de su hijo. Tanta atención le prestaba al trabajo de sus compañeros que Gaiman incluso amplió las ideas de Jaime Delano para proponer que, no solo John, sino todos los Constantine matan a sus hermanos gemelos durante el embarazo.

Un ejemplo práctico en Death talks about life.

Es posible que entre todas estas referencias alguna pueda pasar desapercibida. A la convención de asesinos en serie de The Sandman #14 (1990) no asisten dos de los invitados, el Padre de Familia y el Hombre del Saco. Sus ausencias casan tan bien dentro de la trama que cuesta darse cuenta de que estos dos psicópatas aparecieron (y murieron) en las colecciones de Hellblazer (en el #30) y Swamp Thing (en el #40). Que quede éste como el ejemplo perfecto de que Gaiman utilizaba la continuidad, pero no se la restregaba al lector.

Y una curiosidad: Muerte y John Constantine compartieron páginas en Death talks about life (1993), un manual de 8 páginas con el que Neil Gaiman y Dave McKean explicaban qué era el sida y daban consejos para practicar sexo seguro. Fue incluido originalmente en los últimos números de The Sandman, Hellblazer y Shade, the changing man publicados bajo el sello DC antes de que formasen parte de Vertigo, pero más tarde se distribuyó por los colegios como un folleto aparte.

Incluso Darkseid sueña

Jack Kirby fue el gran creador de Marvel, con sus Capitán América, Thor, Hulk, el Hombre-Hormiga, los X-Men, Nick Furia, los Cuatro Fantásticos… y muchos de sus secundarios y principales villanos. En la editorial DC no creó personajes tan centrales, pero su influencia continúa percibiéndose hoy día, incluso dentro de una colección como era Sandman, en apariencia tan alejada de la grandilocuencia y la épica de El Rey. Ya hemos mencionado al demonio Etrigan, ahora vamos con otros.

La épica y la decadencia.

Recordemos que lo que Gaiman quería inicialmente era recuperar al Sandman de Kirby, a Garrett Sanford. Igual que el personaje de Gaiman, se trataba un superhéroe concebido como un ser fantástico que habitaba en el mundo de los sueños, sin identidad secreta ni un origen trágico que le diese superpoderes. En este mundo, especialmente en los sueños de un niño llamado Jed, este héroe combatía al mal ayudado de las pesadillas Bruto y Glob. O eso parecía, porque Gaiman reveló en The Sandman que, durante el encierro de Morfeo, Bruto y Glob habían huido del reino del Sueño para crear uno similar utilizando a Sanford como si fuese un Morfeo-pelele al que pudiesen manipular. O dicho de otra forma, que los 6 números que duró la colección original de este Sandman en realidad habían sido unas aventuras imaginarias creadas por estas dos pesadillas.

Sin embargo, si nos fijamos veremos que Bruto y Glob ya no controlan a Garrett Sanford, sino a un tal Hector Hall. Se trataba de otro superhéroe que había adoptado en un principio el nombre de Escarabajo de Plata y cuyos padres eran los superhéroes Hawkman y Hawkgirl. Ojo a este detalle: el casero de la segunda saga de Sandman, La casa de muñecas, se llama Hal Carter, que es muy parecido al nombre civil de Hawkman, Carter Hall. Hector se convirtió en el sucesor de Sandman después de que los lectores supiesen de la muerte de Sanford en Wonder Woman #300 (1983), un cómic en el que además se hacía la innecesaria revelación de que en realidad Sanford había sido siempre un humano con superpoderes y una identidad secreta.

El matrimonio de Sandman y Fury/Lyta en su mejor y peor momento.

Con el tiempo, este sucesor de Sandman se casó con Lyta, la hija de la Wonder Woman y el Steve Trevor de una Tierra paralela conocida como Tierra-2. Sin embargo, como Crisis en Tierras infinitas (1985-1986) había eliminado estos universos paralelos, Lyta tuvo que ser reinventada como la hija de una superheroína griega de la Segunda Guerra Mundial llamada Fury, cuyo legado Lyta continuó. Por cierto, precisamente Lyta, por ser también «Fury», tiene un papel importante en el desenlace de la colección.

¿Os parece, como a mí, que todo esto es un bonito follón? Aquí va mi teoría: cuando Karen Berger le dio el OK a Gaiman para crear una colección de Sandman con la condición de mantener el nombre y olvidar todo lo demás, el verdadero motivo era alejarse de este barullo.

Toda esta enrevesada biografía fue desarrollada por el guionista Roy Thomas en la colección Infinity Inc. (1984-1988), en la que también explicó el embarazo de Lyta (Infinity Inc. #32) y la muerte y supuesta resurrección de Hall (Infinity Inc. #42 y #50). Neil Gaiman había recuperado a estos personajes del lugar de donde los había dejado Thomas en Infinity Inc. #51 (1988), recién casados y mudados a la Corriente del Sueño. Cuando Morfeo se encuentra con ellos, una de sus decisiones es hacerse cargo de Daniel, el hijo de Lyta y Hall. Al haber permanecido tanto tiempo dentro de su madre, atrapada en una dimensión similar al Sueño, Morfeo adivina (¿o decide?) que Daniel acabará teniendo un papel importante dentro de su vida.

Scott Free sueña en estilo Kirby.

Es fácil ver una lógica detrás de estas referencias a Sandman y al demonio Etrigan porque son personajes mágicos que conectan con la mitología que se iba construyendo en The Sandman. Lo que uno no se esperaba encontrar en esta colección son otros personajes de Kirby como los del Cuarto Mundo. O tal vez sí, porque recordemos que Alan Moore (sí, otra vez él) ya había hecho un cóctel con los géneros de terror y space opera en sus últimos números de Swamp Thing, cuando cruzó los caminos de la Cosa del Pantano, Metrón y Darkseid. En los cómics de Sandman las referencias empiezan muy pronto: en la batalla en el Infierno entre Morfeo y el demonio Choronzon éste menciona la temible ecuación anti-vida de Darkseid.

Unos pocos números después, Morfeo despierta a Scott Free (alias Míster Milagro) de sus pesadillas. En ellas recordaba su juventud atrapado en el planeta Apokolips bajo el brutal yugo de la Abuela Bondad, una escena que funcionaba como eco del encarcelamiento que había padecido Morfeo en el primer número de la colección. Por último, en los números finales de la colección, Darkseid hace un pequeño cameo. El detalle tiene humor pero también algo de poesía: incluso el villano más poderoso de DC sueña.

El universo DC es un pañuelo

H’ronmeer y L’Zoril, dioses hermanos.

Por afinidad y número de referencias, estos tres autores (Moore, Delano y Kirby) pueden ser los que más influyeron en Sandman, pero había mucho más DC de lo que parece en sus páginas. Por ejemplo, en la aparición de la JLA en los primeros números de la colección. Gaiman encontró hueco para que el Detective Marciano mencionase que tenía un alijo de oreos, enumeró correctamente las bases de operaciones de la JLA, e incluso en el almacén que visitan el Doctor Destiny y Morfeo se colocaron objetos que hacían referencia a aventuras clásicas de la Liga.

Aún más, para profundizar en la idea de que los Eternos son personificaciones de conceptos y que, por tanto, son vistos con una apariencia física diferente según cada cultura, vemos cómo el Detective Marciano percibe a Morfeo con el aspecto de una deidad marciana llamada L’Zoril. Su aspecto no era una ocurrencia del dibujante Sam Kieth, sino que se basaba en la reciente miniserie Martian Manhunter (1988), en la que este personaje se enfrentaba en alucinaciones contra H’ronmeer, el dios marciano del fuego y la muerte. O, como podemos deducir después de haber leído Sandman, con una versión llameante y no-gótica de Muerte.

Se puede dibujar a los Señores del Orden y del Caos de las maneras más simples.

En otros casos, no es tan fácil darse cuenta de estos detalles. En The Sandman #13, en la primera aparición del inmortal Hob, se mencionan los encuentros esporádicos que entre superhéroes mágicos del universo DC que Grant Morrison había propuesto en Animal Man #23 (1990). También en El fin de los mundos, dentro de la Tormenta de la Realidad se puede ver de pasada a Claw the Unconquered y a Stalker the Soulless, dos personajes de espada y brujería con una brevísima vida editorial.

En Estación de nieblas, los Señores del Caos y los Señores del Orden que se mencionan habían sido creados en DC Special Series #10 (1978) como seres casi divinos que luchaban entre sí por el equilibrio del universo. Ellos eran responsables, por ejemplo, de haber dado sus poderes a personajes como el Doctor Fate, o a Halcón y Paloma, de Steve Ditko. Los dos representantes que aparecen en esta saga son creaciones de Gaiman, pero el interés del Señor del Orden en recolectar esencias de sueño era una referencia disimulada al Hombre Gris, un villano de la Liga de la Justicia que había sido creado unos años antes.

Element girl, llena de vida y al lado de Muerte.

Con quien merece la pena pararse un poco más es con Element Girl, la compañera de aventuras de Metamorpho a la que no se la veía en ningún cómic desde 1968. Urania Blackwell, cuando fue agente de la CIA (curiosamente igual que Matt Cable, el cuervo de Morfeo) siguió los pasos de Metamorpho dentro de la pirámide de Ahk-Ton. Allí, igual que él en su momento, recibió los poderes de transformarse en cualquier elemento químico de la tabla periódica. El matiz que añadió Gaiman a estos dos orígenes es que no se trataba, como se había dicho hasta entonces, de que un meteorito llamado Orbe de Ra los hubiese transformado en superhéroes. En realidad había sido el mismísimo dios Ra el que les había dado poderes para que le ayudasen en su lucha diaria contra la serpiente Apep.

El Capitán Átomo junto a Muerte y el Corredor Negro.

Parece que entre los motivos para escribir este The Sandman #20 (1990) estuvo también el explicar quién era Muerte realmente. El guionista Cary Bates había escrito poco antes en Captain Atom #42 (1990) un análisis sobre los personajes que simbolizaban la muerte en el universo DC: el Corredor Negro de Jack Kirby representaba su faceta inevitable, la hermana mayor de los Eternos representaba la liberación y la compasión, y el villano Nekron, al enemigo definitivo. Por ese motivo, Muerte se para a explicarle a Element Girl quién es ella realmente, aclarando que ni es compasiva ni es liberadora, sino que es el final definitivo, sin más matices.

Hay también en la colección detalles salidos de los cómics de Superman. Es inevitable acordarse de la ciudad embotellada de Kandor en The Sandman #50 viendo cómo se preserva la ciudad de Bagdag, por ejemplo. Pasa más desapercibido, pero la telecomedia Secret hearts que se ve en la cafetería de The Sandman #8 (1989) había aparecido antes en Superman Family #208 (1981). También en The Sandman #48 Destrucción recuerda una conversación que tuvo con Muerte en un planeta que, por la ropa que llevan ellos dos y los cristales del paisaje, recuerda a Krypton, una imagen que seguramente pertenece a unos segundos después de haber explotado en mil pedazos. Un Krypton que, en el tomo Noches eternas (2003), Gaiman desveló que fue creado como un planeta inestable por el dios solar Rao siguiendo el consejo de una de los Eternos, Desespero, incluso con la intención original de que se salvase un único superviviente. No solo eso, sino que en esa pequeña historia añadía detalles a la mitología de los Green Lanterns.

El Detective Marciano no sueña que lo interpreta un actor porque por entonces no había sido adaptado al cine.

Gaiman buscaba una sonrisa cómplice en The Sandman #71 con los sueños de Batman y Superman, que hacían referencia a cómics DC pre-Crisis y a las adaptaciones a cine y televisión. No era el único gag que quería incluir. Si la editorial le hubiese dejado, el cómic se habría publicado con una imagen de Clark Kent preocupado porque debajo del traje se le asomaba una esquina de su capa roja.

La pesadilla de la continuidad

Con todo lo dicho se puede crear una falsa sensación de que Gaiman tenía libertad para hacer y deshacer en esta editorial, cuando era más bien al contrario. Para empezar, Sandman era, y sigue siendo, una propiedad de DC Comics, y por tanto sujeta a sus normas y criterios. Ni los creadores de este personaje podían controlar el uso que se hacía de él, ni Gaiman podía ignorar las normas de autocensura (¡le costó 64 números poder escribir un tímido «fuck»!), ni por supuesto podía utilizar los personajes de DC que le apeteciesen.

Una colección recomendada para lectores adultos, pero costó llegar a leer esta palabra.

No era la primera vez que se enfrentaba a los problemas de trabajar dentro de una continuidad. Cuando escribió Swamp Thing annual #5 (1989), tuvo que cambiar a un superhéroe secundario por otro, y algunos diálogos fueron modificados en el último minuto por un tercero. Fue más rocambolesco el caso de Green Lantern/Superman: Legend of the Green Flame (2000). En 1988, el editor Mark Waid le había pedido a Gaiman un guion que juntase a Superman, Green Lantern, Catwoman, Deadman y otros más para el último número de la colección Action Comics Weekly (1988-1989). Hubo que hacerle varios cambios, y aún así no llegó a ser dibujado por problemas con la nueva continuidad: tras Crisis en Tierras infinitas, Green Lantern ya no conocía la identidad secreta de Superman. Pasados los años, gracias a la fama que se había ganado Gaiman con Sandman, estos detalles dejaron de ser un problema y el cómic se publicó como una historia independiente fuera de continuidad.

Con Sandman los conflictos vinieron desde el principio. Recuerda lo que he dicho antes: en realidad Gaiman querría haber escrito al Fantasma Errante, a Demon o incluso a Green Arrow. Poco después, en el The Sandman #5 (1989) tampoco pudo utilizar al Joker como personaje que se despedía del Doctor Destino cuando se fugaba de Arkham. Su intención era que el Joker fingiese que se había ahorcado para gastar una broma del Día de los Inocentes. Sin embargo, no fue posible porque acababa de morir en el último número de Una muerte en la familia (Batman #426-429, 1988), aquella saga en la que los lectores habían decidido con sus votos telefónicos si Robin era ejecutado o no. Gaiman mantuvo la escena de todos modos, pero sustituyó al Príncipe Payaso del Crimen por el Espantapájaros. Sabiendo esto, su despedida estaba cargada con una doble intención: «Si ves al Joker, dile que se dé prisa en volver. No es el Día de los Inocentes sin sus pequeñas bromas».

El Espantapájaros sustituye al Joker.

En otra ocasión no fue tan fácil como sustituir un personaje por otro, sino que Gaiman tuvo que retrasar un número la historia que quería contar. Un año después de que Morfeo bajase al Infierno, DC empezó a publicar una nueva etapa de The Demon (1990-1995) con guiones del también británico Alan Grant. En sus primeros números, Etrigan intentaba derrocar al Triunvirato para reinar en su lugar, pero finalmente este demonio era enviado a la Tierra. Debía de haber comunicación entre Grant y Gaiman, porque la personalidad de Lucifer encajaba bien con cómo aparecería representado en Estación de nieblas. Sin embargo, esta pequeña nueva colección, con peores ventas y sin recopilación en tapa dura obligó a retrasar el viaje de Morfeo al Infierno todo un mes. Según los editores, no se podía poner a la venta este cómic al mismo tiempo que cuando Etrigan era derrotado. Sin embargo, con los años Gaiman ha aceptado este retraso como algo positivo.

En esta misma saga, Estación de nieblas, este guionista reunió en el Sueño a algunas de las mitologías más importantes de la historia y de los cómics de DC, aunque con una destacada ausencia. En The Sandman #27 (1991), a uno de estos seres le extrañaba que los dioses griegos hubiesen faltado a la reunión, a lo que otro le respondía: «Es todo política interna, viejo amigo. No les permite viajar». De todos los dioses, los griegos eran habituales dentro de los cómics de DC, especialmente en la colección de Wonder Woman. De ahí que Gaiman soltase un chascarrillo sobre la política interna… de la editorial.

Yendo un poco más lejos, también se debía a que unos meses después DC iba a publicar War of the gods (1991) un crossover coordinado por el guionista y dibujante George Pérez para celebrar los 50 años de la creación de Wonder Woman. Los dioses griegos iban a ser fundamentales en la trama, pero también los de la mitología nórdica. No sé si a Gaiman le llegó a preocupar, pero el tratamiento del personaje de Loki encajaba difícilmente con lo que había escrito él unos meses antes.

El cómic de Hyperman es una versión del Superman #202 (1967).

Las siguientes dificultades llegaron en la saga de Sandman que vino a continuación, Un juego de ti. Por un lado, las referencias del guion a los cómics de Superman y de su villano Bizarro que a Wanda le gustaba leer de niña tuvieron que modificarse por otras a Hyperman y los Weirdzos (Rarros en la traducción española). Imagino que, de haberse mantenido la idea original, habría dado más problemas que otra cosa: ¿entonces todo el mundo conocería la identidad secreta de Superman? ¿Y por qué Wanda se refiere a los Bizarros pre-Crisis en vez de los post-Crisis?

Amy Winston se transforma en Amatista.

Este otro conflicto es una especulación: ¿y si Gaiman quería recuperar al personaje de Amatista (creada en The Legion of Super-Heroes #298, 1983), pero no le dejaron? La conexión entre esta heroína de un mundo de fantasía con la protagonista de esta saga, Barbie, es bastante interesante: en los dos casos se trata de una joven norteamericana que descubre que realmente es la princesa de un mundo de fantasía (Mundogema en el caso de Amatista y el Reino en el de Barbie). Para las dos, un medallón mágico es clave para poder viajar de un mundo a otro. Me cuesta imaginar cómo habría sido el cruce de los dos personajes, porque esta saga ya parecía planificada desde los primeros números de Sandman, con la primera aparición de Diezhuesos en los sueños de Barbie.

A estos desacuerdos con el universo compartido se unía que esta colección tenía muy buenas ventas en los tomos recopilatorios. Las historias de Morfeo empezaron a recopilarse en tomo a partir de la segunda saga, La casa de muñecas, por un motivo totalmente casual. La revista Rolling Stone había decidido entrevistar a Neil Gaiman para recomendar a sus lectores que leyeran Sandman. El departamento de marketing de la revista le ofreció a DC un buen precio para que incluyese un anuncio con un cupón para comprar por correo este cómic. Se editó deprisa y corriendo un recopilatorio de esta saga para el anuncio, pero no se vendió ninguno a través de la revista. Afortunadamente, en las librerías se convirtió en un pequeño bestseller. Después de este tomo se publicaron más, y después también de otros personajes, hasta que este tipo de recopilatorios se volvieron habituales en las estanterías.

El anuncio de Sandman en la revista Rolling Stone.

En este nuevo formato, Sandman llegaba a un público diferente, a un tipo de lector que no estaba necesariamente interesado en los cómics de DC y al que no le preocupaba si el Joker en ese mes estaba vivo o muerto. La existencia de estos lectores sumado a un grupo de cómics de DC que se movían en los márgenes acabó dando pie a crear un nuevo sello editorial, Vertigo (que acaba de cumplir 25 años, por cierto). En él, no sólo las historias se movían dentro de otros temas y estilos, sino que también los autores trabajaban con unas condiciones laborales diferentes. No perdamos de vista la ironía: Gaiman ayudó a crear el sello, pero Sandman nunca ha sido un personaje de su propiedad.

Imagino que por estos motivos (evitar más choques con la editorial, un público diferente y un nuevo sello editorial) Gaiman dejó de incluir más personajes de DC. Y aparte, creo que como pequeña venganza, como forma de incomodar a la editorial, empezó a hacer referencias a las Tierras paralelas que la Crisis había borrado de continuidad. Por ejemplo, este anatema se menciona en The Sandman #43 (1992), cuando Morfeo aclara que quiere viajar por «esta Tierra», como si hubiese otras. Además, en la primera página Gaiman recordaba que existieron diferentes versiones de Atlantis en la continuidad pre-Crisis, un detalle que aquí despacha igual que había hecho ya en Los libros de la magia (1988). En The Sandman #54 (1993) y #66 (1995) hay más: en el primero, se explica que la Tormenta de la Realidad es lo que queda cuando los mundos terminan; en el segundo, las Furias dicen que se han vengado de mundos y universos, usando el plural.

En Sandman se volvió a contar la historia de Prez, pero con cambios.

La idea fue mucho más lejos en The Sandman #54. En una de las primeras páginas un personaje pregunta «¿Cuántas Américas hay?», a lo que le responden que muchas, «pero quizás menos de las que solía haber». En una de ellas vive Prez Rickard, el protagonista de ese número, recuperado de la miniserie Prez (1973), que trataba sobre un adolescente que llegaba a ser el primer presidente adolescente de Estados Unidos. El guionista y Mike Allred mantuvieron bastantes detalles del original, pero añadieron otros como que la francotiradora que intentaba matar a Prez era fan de Ted Grant, alias Wildcat, otro de los superhéroes de DC. Por cierto, aunque no se diga aquí, la vicepresidenta de Prez era su madre, que siguiendo el libro de estilo de DC también se llamaba Martha.

Y los sueños, sueños son

Si es el remake de un superhéroe, tiene características de superhéroe y vive en un universo de superhéroes, entonces es un superhéroe, ¿verdad? Ahora que hemos llegado al final, admito que hay algo de trampa. Sandman había sido creado como un cómic de superhéroes y terror, en la línea de lo que ya había publicado la editorial, pero es evidente que año a año la colección fue tirando hacia otra cosa.

Este alejamiento gradual de los superhéroes podría haber sido un error, la pérdida de la esencia con la que se había ideado la serie, pero creo fue más bien beneficioso. Creo que a medida que pasaban los números, Gaiman se fue distanciando del modelo de Alan Moore para consolidar su propia voz, al mismo tiempo que pudo encontrar el tema de la colección y así poder encarrilarla en su último tercio. Y tal vez más importante, le sirvió a DC para confirmar que los cómics de otros géneros podían tener mucho éxito.

Concept art de la película de Sandman, dibujado por Jill Thompson.

Tengo la sensación de que no conocer el universo de DC ha impedido a muchos lectores poder entender la complejidad y los aciertos del trabajo de los autores de este cómic, de que mucha gente se ha quedado con una lectura superficial. Habrá quien me diga que este detalle no tiene mucha importancia: Sandman ha sido siempre una de las colecciones favoritas del gran público. Concretamente en España, ninguna de las últimas tres editoriales que han tenido los derechos de DC ha dejado a los lectores sin una edición disponible de estos cómics.

Si ha funcionado tan bien entre el gran público es porque Gaiman y compañía crearon una serie pensada para todo tipo de lectores y que huía de los tópicos del género. No veo que los primeros números de Sandman fuesen una alternativa al cómic de superhéroes, sino una evolución. Y precisamente ahora que el género se ha vuelto tan popular con las adaptaciones al cine, habría que reivindicar la originalidad de Sandman. Ya que el cine de superhéroes se ha asentado en las decisiones cómodas, tal vez tocaría empezar a investigar los márgenes en los que los superhéroes ya no son solo un entretenimiento, sino también un reto para la imaginación.


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