La Tumba de Drácula: ¿Los cómics satánicos de Marvel? (14 de 14)


A pesar de que The Tomb of Dracula era una colección que debía pasar una censura previa, Marv Wolfman dio muchos ejemplos del punto de vista de Drácula sobre la religión, que es uno de los temas fundamentales de la novela de Bram Stoker. La tumba de Drácula trata principalmente sobre el cristianismo, muy pocas veces mostrando sus flaquezas y unas pocas más dejando ver las blasfemas opiniones de Drácula sobre la cruz y otros símbolos. Que el protagonista sea un villano anti religiones fue algo que molestó a algunos seguidores, como a Chris Smith, que vio publicada una de sus cartas en el correo de los lectores de The Tomb of Dracula #37 (1975):

«Tengo una queja; cada vez que Drácula ve un crucifijo o una Estrella de David, o lo que sea, se refiere a ellos como “malditos”. No creo que sea necesario, ni que sea bien recibido por mucha gente. ¡¡Estos objetos NO SON, repito, NO SON malditos!! Son símbolos sagrados que merecen respeto y hacer que el Conde Drácula, o cualquier vampiro, los llame malditos es una blasfemia. Quizá podríais hacerle gruñir cuando los vea. ¡No se ponen a hablar cuando ven un crucifijo, están agonizando! ¡Les duele cuando les pones un crucifijo en la cara!».

The Tomb of Dracula #14 (1973).

La respuesta de Marv Wolfman fue la siguiente:

«Creemos que no has entendido las constantes referencias a la cruz como “¡maldita!”. Ésta es la opinión de Drácula, no la nuestra, y como Drácula es todo aquello a lo que la religión se opone, y por tanto maldito desde un punto de vista religioso, naturalmente encuentra los símbolos religiosos como malditos para él. Todo consiste en recordar quién dice qué y el contexto en el que se dice la frase».

La serie se mueve en un terreno resbaladizo, con un villano protagonista que lógicamente ensalza el mal. Por eso no es extraño que en el The Tomb of Dracula #25 (1974) un predicador satanista de California, L. Dale Seago, escribiese una extensa carta para adular a Wolfman por su retrato del vampiro:

«(…) El nuevo vampiro es más que humano, completamente autorrealizado y seguro de sí mismo, posee poderes más allá de la comprensión de los mortales entre los cuáles practica su deporte y su placer. Desdeña los tabúes sociales y conceptos normales de moralidad. Un pragmatista absoluto, consciente y deliberadamente manipula y utiliza a personas demasiado estúpidas o débiles para destruirlas. Desafía la última amenaza “de Dios” al continuar viviendo a pesar de su muerte “natural”. Además el vampiro es un gentleman, un aristócrata y un erudito: es, de hecho, un satanista.
Casi todas las características del verdadero satanismo están caricaturizadas en el popular concepto del vampiro. Drácula está en buena medida bien representado en La Tumba de Drácula. Se reconoce a sí mismo como lo que es, utiliza este reconocimiento y los poderes consiguientes para favorecer sus objetivos y se regodea en ello. La historia de Wolfman en el número #14 es una magnífica representación de la filosofía y actitud satánicas en forma de cómic, especialmente las páginas 14-19. Drácula se proclama a sí mismo como dios en su propio derecho, como hace el satanista. Resucitado a causa del autoengaño del evangelista de forzar la realidad a sus creencias religiosas, Drácula destruye el símbolo de la superstición de Josiah Dawn [un crucifijo] y, en el proceso, al propio Dawn… algo que tiene su paralelismo en la vida real cuando alguien pierde la fe en una creencia o idea que antes sustentaban su coraje. “La fuerza”, declara Drácula, “sea entre vivos o no muertos, sólo radica en nosotros mismos”.
Gracias a Stan Lee por una publicación verdaderamente satánica».


No hay que perder de vista que se trata del líder de un culto que está dándole importancia religiosa a un cómic de 25 centavos mal impreso. Wolfman no hizo ningún comentario al respecto, algo que enfureció a otro lector, Peter Hardy, como se ve en una carta del The Tomb of Dracula #29 (1975):

«(…) Creo que la presentasteis [aquella carta] para mostrar a los lectores una correspondencia diferente e interesante y para indicar vuestra tolerancia con otros puntos de vista. Sin embargo, creo que tengo que protestar a lo que veo como una ausencia de opinión por vuestra parte.

Me parece evidente que no es necesario ser un cristiano ortodoxo para reconocer la dañina naturaleza inherente de cualquier adoración a Satán, ya sea literal o en sentido meramente filosófico. No veo por qué una persona cuerda puede admirar un personaje que, en palabras del Sr. Seago: “Desdeña los tabúes sociales y conceptos normales de moralidad… Consciente y deliberadamente manipula y utiliza a personas demasiado estúpidas o débiles para destruirlas”.

Al publicar la carta que alababa vuestra revista sin ni siquiera una réplica como “las opiniones expresadas en esta carta no necesariamente las de…”, estáis expresando con vuestro silencio vuestra aceptación y aprobación a las creencias del Sr. Seago… En mi opinión, una acción muy irresponsable. Sé que es un cliché, pero hay muchos chicos impresionables leyendo vuestra revista. (…)».


La respuesta de Wolfman fue inmediata:

«Peter, al publicar la carta de L. Dale Seago no estamos intentando decir que creemos en sus conceptos sino que sólo estábamos publicando la carta de otro fan. No preguntamos ni nos preocupa si un lector es cristiano, judío, satanista o lo que sea. No comentamos su carta porque no vamos a hacer más comentarios sobre su religión que sobre la de cualquier otro.

Del mismo modo, no íbamos a refutarle. Él simplemente estaba elogiando a Drácula por ser honesto con sus conceptos. El hecho de que él crea en muchos de los preceptos en los que Drácula cree no es realmente tan especial como que sea el primer satanista que se ha tomado la molestia de decir que nuestra caracterización de Drácula es correcta para aquellos que adoran a una figura satánica. Nosotros, que no somos satanistas, estamos orgullosos de decir que hemos captado acertadamente las creencias satanistas».

Seguramente habría más movimiento entre las cartas de los lectores para hacer mención a Dale Seago, pero sólo se publicó otra carta, en el The Tomb of Dracula #56 (1977), en la que se le mencionaba para responderle con un «Quiero agradeceros a todos los involucrados, especialmente a ti, Marv, por un magnífico relato cristiano». En este número se incluían de hecho los comentarios a The Tomb of Dracula #52 (1977), la primera aparición de Janus, cuando todavía su identidad era un misterio. Entre esas cartas hubo muchas críticas negativas porque los lectores creyeron que el violento superhéroe era el mismísimo Jesucristo y consideraban que esa representación era ofensiva para sus creencias.

A pesar de estas alusiones del «maldito» y otras polémicas, no hay motivos para considerar esta colección como propaganda de Lucifer. Sin embargo, he podido leer que algunos satanistas comentan que la etapa en la que Drácula se convierte en el líder de un culto pudo haber sido una primera toma de contacto con estas sectas para muchos adolescentes. No sé cuánto influiría realmente, pero ahí queda la mención.

Drácula siente una «fuerza» que le impide dañar la imagen de Jesús (The Tomb of Dracula #45, 1976).

Por último, poco antes de la cancelación de la colección, en The Tomb of Dracula #69 (1979), se dejó caer la última carta religiosa exaltada que atacaba a Wolfman, de parte de Brian Buniak:

«Queridos señores:
Tengo muchos problemas con la forma de escribir de Wolfman en La Tumba de Drácula desde el #7. Su representación de sacerdotes, pastores, cristianos y de Cristo siempre me dan la impresión de que Marv tiene una venganza personal contra la Iglesia Cristiana. No he sido tímido a la hora de informar a Marvel de que el Sr. Wolfman estaba abusando del privilegio de ser guionista y editor al mismo tiempo aunque, desgraciadamente, ninguna de mis cartas ha sido impresa.
Sin embargo, ya que llamé al orden a Marv cuando traspasaba los límites del buen gusto creo que es justo apoyarle cuando toca una nota agradable.
Gracias por la cuarta página del TOD #66. Esa escena y la forma en la que retrata a Cristo fue algo que hacía mucho que era necesario y ha sido muy apreciado».

A lo que se le respondió así:

«Marv dice que lo siente si piensas que él ha llevado mal el cristianismo, pero dice que nunca ha sido su intención. De hecho, los sacerdotes, estudiantes de seminarios y cristianos que nos han escrito siempre nos han elogiado. Debes de haber confundido los comentarios de Drácula contra el cristianismo como si fuesen de Marv. Nada más lejos de la verdad. De hecho, ya que Drácula es representado como un demonio, un vampiro creado por el Infierno, y el hecho de que uno de sus miedos es el crucifijo, hemos mostrado que el cristianismo es más fuerte que su maldad, o cualquier mal. Que Drácula proteste contra la religión es una muestra de su fuerza, no de su debilidad».


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Fuentes

Back Issue #6 (TwoMorrows Publishing, 2004)


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